jueves, 27 de noviembre de 2008

Sí hay cine mexicano en México




Hay quien dice que la industria del cine en México es una falacia, un fantasma que se aparece de vez en cuando, sólo a su conveniencia cuando uno “de los nuestros” triunfa en el extranjero, específicamente en Estados Unidos. Los directores de cine oriundos de nuestro país, por lo menos en la época actual, no son profetas en su tierra. Uno de los casos más sonados se dio en la entrega del premio Óscar de 2007, cuando tres directores mexicanos estuvieron en la mira de todo el mundo: Guillermo del Toro, quien obtuvo 4 nominaciones por El laberinto del fauno; Alejandro González Iñárritu se llevó dos por Babel y Alfonso Cuarón fue nominado en una ocasión por Children of men, aunque Emanuel y Guillermo Navarro, fotógrafos de esta cinta, también recibieron una postulación al premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. En esta ocasión, el chovinismo muy al estilo de cuando juega la Selección, se dejó ver en la televisora del Ajusco; ondeaban banderas tricolores en cada cortinilla de ida y regreso de comerciales en la transmisión de la mencionada ceremonia, se escuchaba decir a los hermanos Sarmiento neófitamente, “el cine mexicano está presente en los premios de la Academia… es algo histórico… sin precedentes…”, y demás frases gastadas. Pero en realidad, en esa ocasión el cine mexicano no fue el nominado, los nominados fueron directores nacidos en México que hacen cine en y de Hollywood. O que me digan los Sarmiento o cualquiera de ventaneando si Children of men, El laberinto del fauno o Babel son producciones mexicanas.
La industria del cine en México, sin hacer mucho ruido, no ha dejado de producir filmes dentro de nuestro país, y lo más importante de todo es que ahora los está proyectando en su propia tierra. A lo largo de este 2008, se ha notado el incremento de películas mexicanas en las salas de cine locales. Por lo menos en lo que va de noviembre, se han proyectando alrededor de cinco largometrajes mexicanos en un promedio de 12 salas, es decir, casi la mitad de la cartelera pertenece a producciones que sí son facturadas aquí.
Los problemas en cuanto a apoyo pecuniario gubernamental, dificultades para filmar en cuanto a permisos, altos costos en equipo para producir cine, mala distribución, cobros estratosféricos por proyectar una película, directores y equipo actoral y técnico mal pagado, la anacronía de los filmes al momento de su proyección en una sala de cine, entre muchos etcéteras más, siguen vigentes en la fantasmagórica industria de “nuestro” séptimo arte. Sin embargo, hay riesgos importantes que se están tomando al hacer cine en México. La oferta ya abarca películas de acción, terror y hasta fantasía. Claro que la cantidad no quiere decir calidad, y en este último renglón los realizadores mexicanos nos están quedando mucho a deber, bastante diría yo. Aunque si nos fijamos en la cartelera gabacha, tampoco la cantidad es igual a calidad.
Un punto muy importante en el éxito o fracaso de una película depende del dinero invertido en su publicidad y su estrategia mercadológica. Cuando nos bombardean con trailers de un largometraje en televisión, con espectaculares en las calles, con entrevistas a los actores o realizadores, cuando uno casi sueña con un filme por su buena publicidad, independientemente de la calidad del mismo, le tiene que ir bien en taquilla y de esta manera, se pueden seguir haciendo películas. A la industria del cine en México le falta mucho en este rubro, sin embargo, ya se vislumbran buenas estrategias tales como se hicieron para Km 31 (2006), y en este año con Bajo la sal y Navidad S.A. ¿Quién no ha visto un promocional de estos filmes?A pesar de que la industria del cine en México no es una realidad concreta ni sólida ni rentable como en otras partes del mundo, a juzgar por la oferta mexicana en la cartelera local, por lo menos podemos estar seguros que no se ha dejado de hacer cine en nuestro país, en contra de todas las trabas con las que se topa una producción mexicana.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Quémese después de leerse, una genialidad incomprendida



A partir de la multinominación al Oscar del largometraje No country for old men (Sin lugar para los débiles, 2007), los directores y también hermanos Joel y Ethan Coen fueron proyectados a nivel mundial, despertando la curiosidad de aquellos que no conocían su filmografía, a pesar de que vienen dirigiendo películas desde 1985, entre las que destacan no tanto por su calidad sino porque son conocidas comercialmente: Raising Arizona (Arizona baby, 1987), Fargo (1995) y The ladykillers (El quinteto de la muerte, 2004). Los éxitos taquilleros y los premios como el Oscar, le dan un valor agregado tanto a los actores como a los directores que los reciben, ya que se pueden dar el lujo de exigir emolumentos estratosféricos por el simple hecho de estar “de moda”, aunque su calidad sea cuestionable, claro que no estoy generalizando. El caso que nos ocupa, el de los Coen, es excepcional, debido a que son unos directores de cine arriesgados, saltan de un género a otro sin encasillarse en ninguno en especial.
El último trabajo dirigido por estos realizadores estadounidenses lleva por nombre Burn after reading (Quémese después de leerse, 2008), protagonizada por George Clooney (Good night, and good luck, 2005); Frances McDormand (Mississippi burning, 1988) quien por cierto es esposa de Joel Coen; John Malkovich (Shadow of the vampire, 2000) y Brad Pitt (Kalifornia, 1993). La fama de los hermanos Coen, sumada a este reparto hollywoodense multiestelar, es por sí sola una garantía de taquilla, sin importar la idea central del filme y demás. Sin embargo, Burn after reading ha sido incomprendida por un público que esperaba una comedia sin cerebro, un filme “facilón” en el que se viera a un Pitt y a un Clooney haciendo de bufones; para este tipo de público, la película representa un bodrio totalmente aburrido, lento y que no llega a ningún lado; esto último es lo que seguramente buscaban los Coen con Quémese después de leerse, no llegar a ningún lado con la trama de la película, sino simplemente (si es que aquí cabe lo de “simple”) ridiculizar a la Inteligencia estadounidense, y de paso, realizar una crítica social profundizando en la vida del hombre “común”, ese hombre “común” que engaña a su pareja sin ápice de escrúpulos, que hace hasta lo impensable empujado por la terrible soledad emocional, que teme enfrentar cara a cara al amor de su vida y vive en el anonimato quemándose por dentro, o que vive en un mundo color de rosa con un empleo mediocre, sin aspiraciones y sin ganas de tenerlas.
Las actuaciones son excelentes. John Malkovich realiza su trabajo tan bien como nos tiene acostumbrados; en esta ocasión interpreta a Osbourne Cox, analista de la C.I.A. quien es cambiado de puesto humillantemente, y decide renunciar. Como venganza, comienza a escribir sus memorias para sacar a relucir algunos secretos de la Inteligencia estadounidense. Los problemas surgen cuando la esposa de éste, Katie (Tilda Swinton), graba las memorias de su marido en un disco compacto que deja olvidado en el gimnasio Hardbodies. Para su mala suerte, la información cae en manos de Chad Feldheimer (Brad Pitt) y Linda Litzke (Frances McDormand), quienes intentan sobornar a Cox sin éxito. Una serie de acontecimientos tan reales como ridículos suceden en el transcurso de la película, sin llegar a un final de algo que nunca comenzó, de una historia de enredos sin linealidad en la que las cosas pasan sin un porqué aparente. Aquí radica la genialidad de los Coen, como ya lo dije, incomprendida por algunos.
Regresando a las actuaciones, Chad (el personaje de Pitt) es el que se lleva la película por su interpretación. Ojo con la escena en la que Chad intenta sobornar a Cox por teléfono y posteriormente en su auto; ambas están repletas de una socarronería maravillosa. Clooney interpreta a Harry Pfarrer, un alguacil federal que hace las veces del amante de Katie, la esposa de Osbourne Cox. El también protagonista de Ocean’s Eleven (2001), no está del todo mal, aunque podría pensarse que en ocasiones está sobreactuado, al saber que su personaje es un paranoico sin remedio, se puede entender su exageración en algunas intervenciones. Burn after reading es un filme para recordar, una referencia obligada de la filmografía de los hermanos Coen pero más allá de lo anterior, es una película tan profunda como se quiera ver y tan cómica como se quiera interpretar.

jueves, 23 de octubre de 2008

Max Payne, ¿en dónde quedó la acción?







De una película de acción, lo menos que se puede esperar es precisamente eso: acción; y aún más, si el filme está basado en un videojuego del mismo corte. Sabemos que las adaptaciones al cine ya sea de libros, series televisivas o videojuegos, generalmente suelen decepcionarnos. En este caso, el largometraje Max Payne (2008), basado en el famoso juego de video homónimo, no ha sido una excepción. El producto cinematográfico es soso de principio a fin. Y es una lástima porque el proyecto prometía bastante, tanto en lo visual como en la interpretación.
La trama es simple: a un policía (Max Payne, protagonizado por Mark Wahlberg –The departed, 2006-) le asesinan a su esposa e hijo, sin razón aparente. A partir del asesinato, Max ya no vuelve a ser el mismo, se empeña en vengar la muerte de sus seres queridos. Después de tres años de la pérdida de su familia, el asesinato de su ex compañero le da pistas para atar cabos y llegar hasta el responsable de su falta de tranquilidad. La simpleza y repetición de tópicos dentro del cine de acción en la historia de Max Payne es lo de menos. Un espectador conciente (porque los hay bastante inconcientes) lo único que pretende al ir a ver una película como esta, es una buena cantidad de balazos, muertos, golpes espectaculares, explosiones; efectos especiales pues, que despierten la imaginación, que entretengan, que le haga olvidarse de su realidad inmediata, o que la retrate de cierta manera. Pero el director responsable (más bien, irresponsable) John Moore (The Omen -La Profecía-, 2006; Flight of the Phoenix -El Vuelo del Fénix-, 2004), recordó que estaba filmando una historia de acción hasta la mitad de la misma.
Hay una escena muy a la Matrix (1999), en la que Max Payne es casi alcanzado por una bala, pero como buen héroe de celuloide, la esquiva de una manera espectacular; lo peor es que el momento es tan a detalle que tranquilamente pude haber ido a la dulcería del cine por dos kilos de palomitas, unos nachos, prepararme un hot dog y regresar sin que la bala hubiera terminado de pasar. La escena es lenta, ¡lentísima! Al igual que unas dos o tres más. Me pregunto, ¿qué pasó por la mente de John Moore y de los productores Julie Yorn y Scott Faye al hacer una película tan poco provocadora de emociones? Pero bueno, creo que la respuesta es sencilla: hacer un producto palomitero sin que llegase a algo más, sin aportar nada al pobre mundo del cine de acción, porque lo único que importa en este tipo de industria es llevarse unos buenos billetes al bolsillo. Y vaya que lo están logrando. En su primer fin de semana de estreno, únicamente en Estados Unidos y Canadá, se posicionó como la más taquillera recaudando 18 millones de dólares. Y lo que le falta.
En lo que respecta al histrionismo, Mark Wahlberg y compañía no pueden hacer nada más por el filme. Vamos, los actores no tienen la culpa de que sus intervenciones, en ocasiones, hayan sido tan absurdas y poco creíbles. Mila Kunis, quien interpreta a la mafiosa Mona Sax, no puede imprimirle esa personalidad ruda que necesitaba su personaje, y es comprensible porque, a pesar de tener unos 10 largometrajes en su haber, la recordamos únicamente como Jackie en That ‘70s Show; y qué decir del hip-hopero Ludacris interpretando al sargento Jim Bravura, es tan mal actor que sospecho que pasó por la escuela de actuación del CEA. El único que sorprende con su trabajo es Chris O’Donnell (Batman and Robin, 1997).
Lo único rescatable de la película es su ambientación por momentos bien lograda. Se asemeja bastante al corte clásico del cine negro, como fue la intención inicial de los creadores del videojuego. Además de lo anterior, Max Payne no logra nada, no aporta nada al cine de acción. Y por supuesto que este cine no está peleado con las buenas historias más allá de los efectos especiales, basta recordar la maravillosa V for Vendetta (V de Venganza, 2006).Algunas expectativas eran que visualmente tendría algo que ver con Constantine (2005), cosa que obviamente no logró; también se equiparó con Sin City (2005), quedándose muy lejos; pero lo más absurdo fue la comparación del propio director con Matrix, ¿acaso estaba bromeando cuando se atrevió a decir esa barbaridad? Únicamente como dato por si tienen el valor de ir a ver Max Payne, y más aún, de aguantar toda la película, después de los créditos hay una escena extra que, aunque no es trascendental, forma parte de la historia.

jueves, 16 de octubre de 2008

Un ensayo cinematográfico sobre la ceguera





Las novelas adaptadas al cine generalmente son decepcionantes. Los motivos pueden ser muchos: el intento fallido de contextualización de determinada historia; el nulo consentimiento del autor, que a veces resulta hasta en molestia; las dificultades para englobar la mayoría de los detalles del texto al lenguaje cinematográfico; la interpretación pueril del director del filme, y así puedo enumerar muchos más. Por lo anterior, resulta sorprendente cuando una adaptación llega a ser “fiel” a la novela. Y aún más loable es cuando se trata de una obra excepcional de un autor tan hermético en este sentido. Me refiero a la adaptación del libro del ganador del premio Nobel de Literatura en 1998, José Saramago: Ensayo sobre la ceguera, llevada al cine por el director brasileño Fernando Meirelles (Cidade de Deus -Ciudad de Dios- 2002 y The Constant Gardener –El Jardinero Fiel- 2005). A pesar de que la obra se escribió originalmente en portugués, y que el rodaje se realizó en Sao Pablo, Brasil; Toronto, Canadá; y Montevideo, Uruguay; Meirelles decidió filmarla en inglés, obviamente con fines comerciales, y la bautizó como Blindness (Ceguera, 2008).
Antes de su estreno oficial, que se llevó a cabo en el Festival de Cannes el pasado 14 de mayo de 2008, Saramago miró la película junto con Meirelles en una proyección privada en Lisboa Portugal. Al director nominado al Oscar en 2004, le preocupaba mucho más la aceptación del escritor portugués que los comentarios de la crítica. Al terminar la función, José Saramago afirmó “está aprobada (…). La adaptación está muy bien hecha”. Palabras que le quitaron un peso de encima al director. A pesar de la satisfacción del propio autor por la adaptación de su obra, el filme no convenció a la crítica en Cannes, la cual, calificó al guión como “poco sutil y previsible”, y a su banda sonora como “inadecuada”. A pesar de lo anterior, la misma crítica aplaudió el trabajo técnico, el aspecto visual y las actuaciones realizadas por sus protagonistas, Julianne Moore (The Forgotten –Misteriosa Obsesión- 2004) Mark Ruffalo (Zodiac, 2007) y Gael García Bernal (El Pasado, 2006).
Entrando en materia, la película trata de una epidemia de ceguera que se esparce a todo el mundo, provocando el caos y sacando a relucir lo peor y lo mejor de los seres humanos en una situación límite, o en palabras del propio Meirelles, “es una alegoría sobre la fragilidad de la civilización”. Y es tan frágil nuestra civilización que tanto en Blindness como en The Happening (2008) podemos ver que hay cosas que simplemente suceden, que no tienen explicación pero que marcan a todo el mundo de alguna u otra manera. Afortunadamente, tuve la oportunidad de leer la obra antes de ver la película y, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que es una excelente adaptación, que los lugares y personajes que describe magistralmente Saramago (el hospital abandonado, el caos en las calles, la muchacha de las gafas oscuras o el perro de las lágrimas) son perfectamente materializados. Por otro lado, comparto la opinión de la crítica de Cannes con respecto a la banda sonora realizada por Marco Antonio Guimaraes, ya que no tiene un peso determinante en la historia. Al terminar de ver la película, uno no recuerda la música sino las situaciones, los lugares y los personajes, que los hay tanto entrañables (Danny Glover, viejo con una venda negra cubriéndole un ojo) como repudiados (Gael García Bernal, Jefe del pabellón número tres).
Julianne Moore, quien interpreta a la esposa del doctor, lleva todo el peso de la historia, ya que es la única persona que ve en un mundo de ciegos. Simplemente está perfecta en su personaje. Mark Ruffalo, el doctor, también está muy acertado en su trabajo, al igual que Alice Braga (la muchacha de las gafas oscuras). Hago una mención especial a Gael García Bernal, quien sobresale de manera estupenda en su personaje de villano, que a pesar de su relativamente corta participación en la historia, logra desarrollar su personaje de una manera excepcional. Las locaciones son perfectas, se logra ambientar la historia en una ciudad que parece tanto de Estados Unidos, de Oriente o de Europa, llegando con esto, al igual que en la novela, a imprimir ese sentido universal a la historia, no situarla pues, en algún punto del mundo, sino en cualquier lugar. Este detalle tan cuidado no es fortuito, más bien fue una condición de Saramago para poder ceder los derechos de su obra, él le pidió a Meirelles que no ubicara su historia en una ciudad específica, y a bien, se logró el objetivo.
Además de generar críticas dispares, el filme también acarreó protestas. La Federación Nacional de Ciegos, la mayor organización de invidentes de Estados Unidos, realizó manifestaciones públicas de repudio en contra de Blindness en el exterior de salas cinematográficas en donde se estrenó la película en el país vecino. El motivo fue porque, según ellos, el largometraje retrata a los ciegos como depravados. Claro que este intento de boicot, sólo aviva el morbo de la gente y la impulsa a ir corriendo a ver la película.

Al terminar de ver el filme me pregunté si el autor del libro tuvo algo que ver con la adaptación, con el guión o si simplemente estuvo como espectador-supervisor durante el rodaje, ya que, la mayoría de los escenarios literarios convertidos en imagen, dan la impresión de que fueron concebidos por la misma mente, sin embargo, Saramago se mantuvo al margen en toda la filmación. Esto le da un mayor mérito a Meirelles quien realizó un trabajo maravilloso. A pesar de las críticas negativas, el producto cinematográfico es muy bueno, vale mucho la pena ver en la pantalla grande Blindness, la cual, gracias a que la distribuidora estadounidense Focus Features compró los derechos del filme para su distribución a nivel mundial, ya la tenemos en las salas de cine de nuestro país.

jueves, 9 de octubre de 2008

Una de zombies españoles: [REC]





España está viva en el terreno del cine de horror no sólo gracias al multigalardonado Guillermo del Toro, que aunque es mexicano, ha sobresalido con películas producidas o ambientadas en la Madre Patria (El espinazo del diablo, 2001; El orfanato, 2007, de la cual, sólo es productor), sino por otros realizadores que no son conocidos internacionalmente ya que, como casi siempre, las distribuidoras estadounidenses no se interesan por este tipo de cintas. Y como es bien sabido, si Estados Unidos no decide apoyar a determinada película, nunca tendrá una debida proyección comercial a nivel mundial.
Dos jóvenes directores y guionistas del cine de horror español son Paco Plaza (Romasanta. La caza de la bestia, 2004) y Jaume Balagueró (Frágiles, 2005), quienes han apostado por este género, realizando películas bastante decentes. En el año 2006, decidieron aliarse para escribir un guión y dirigir una película de terror no convencional; el resultado fue [REC] (2007).
Es voz del propio Paco Plaza, “la idea era hacer una película de terror que implicara al mismo espectador. Vemos muchas películas en las que somos conscientes de que se trata de una ficción (por los actores, la música…). Queríamos romper un poco con eso y recurrimos al lenguaje de televisión, que parece más veraz”. Y para la crítica en general, lo consiguieron.
La película se trata de una reportera y su camarógrafo quienes se encuentran realizando un reportaje sobre la profesión, estilo de vida y situaciones de riesgo por las que pasan unos bomberos barceloneses. Todo parece rutinario, hasta que reciben una llamada de auxilio, se dirigen hacia un edificio en el que aparentemente sólo tienen que ayudar a una mujer que sufre de algo así como histeria, pero al entrar al cuarto de la mujer, todo cambia. Sucesos inexplicables. Sangre. Gritos. Desesperación. Todo enmarcado en un hermetismo total, alimentado por el gobierno español, quien decide poner en cuarentena al inmueble, sin importar quienes se encuentren dentro del mismo. Hasta aquí, el manejo de la trama es excepcional, fuera de los típicos recursos del cine de horror, con un ritmo excelente que lleva de la mano al espectador a realizarse preguntas sin respuesta (como todo buen thriller psicológico). No hay nada claro, y eso precisamente es el gran acierto del filme. Por un lado, el tipo de realización, lo que se conoce como falso-documental (muy al estilo de El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999)), en el que el punto de vista de casi toda la película, es a través del objetivo del camarógrafo; esto, aunado a la falta de música, le imprime un realismo estupendo.
Sólo hay un pequeño error secuencial, que puede pasar desapercibido y perdonado si tomamos en cuenta que el producto es bueno, sin embargo, tengo que señalarlo. La pifia se da en una toma directa cuando entrevistan a uno de los enclaustrados en el edificio, mientras se escucha su voz, hay un corte y acercamiento a uno de los muertos; la voz continua; corte y regreso al entrevistado; mientras estos pequeños cortes se dan, la voz no deja de escucharse. Error de edición que, para mi punto de vista, desmorona toda la cierta credibilidad que venía alimentado la película. Claro que este microscópico descuido, no demerita la intención bien lograda del filme.
Tan buena es la película, que Hollywood se dio cuenta de su potencial económico incluso antes de su estreno en España, cuando Screen Gems (división de Sony Pictures Entertainment) decidió comprar sus derechos para realizar un remake al estilo gabacho, que llamará Quarantine, y se estrenará en este mes de octubre de 2008, en Estados Unidos. El trailer del ‘refrito’ estadounidense ya se encuentra en la web, y a juzgar por las imágenes, está muy lejos de la película española, sin embargo, estoy seguro que tendrá una buena aceptación en taquilla.A pesar de que [REC] tiene un par de escenas que rayan en lo ridículo (como cuando la niña es descubierta como portadora del virus), rompe con algunos convencionalismos del cine de horror y utiliza otros que, prácticamente, resulta imposible dejar de lado cuando se aborda este tipo de cine (como el uso de los gritos, los claroscuros, los ‘monstruos’, en este caso, zombies). En general, es muy recomendable ver esta cinta, ya que tranquilamente cumple con su objetivo: asusta e inquieta. Y más allá de lo anterior, tomando en cuenta que el mundo del cine de terror actual se encuentra sitiado por remakes de filmes orientales, se agradece una buena película de habla hispana de dicho género. Claro, sin olvidar la nula aportación de México en este sentido, que se vanagloria con un Km 31 (2006) por ser una buena recaudadora en taquilla, pero que no aporta absolutamente nada; simplemente es una compilación de escenas y personajes de otros filmes de horror, aludiendo claramente a: Sé lo que hicieron el verano pasado (I know what you did last summer, 1997); El aro (The ring, 2002); hasta prácticamente parodiar a El espinazo del diablo (2001).

jueves, 28 de agosto de 2008

Las caras del Che en el cine






¿Reconocen el nombre de Alberto Korda? Ahí les va otra pista, fue un famoso fotógrafo de moda principalmente de los años cincuenta y sesenta. ¿Aún no? Bueno, una pista más: nació en Cuba. Si continúan sin adivinar, les doy un último dato: él tomó la famosa fotografía del “Che” (denominada El Guerrillero Heroico) por la que es conocido en todo el mundo, y que se ha convertido en la imagen más reproducida en la historia de la fotografía mundial, claro que sin darle el mérito que se merece el autor de la imagen. Ahora sí, ¿verdad?
A pesar de que el Che fue un personaje clave en la revolución cubana, y en la ejecución del sistema de guerra de guerrillas en toda Latinoamérica, si no hubiera sido por Korda, el Che Guevara no hubiese tenido el peso mediático y simbólico que carga hoy en día. En la actualidad, nos seguimos topando con la fotografía de Korda en todo tipo de accesorios y objetos kitsch, y gracias a bandas de rock como Rage Against the Machine, los jóvenes le han impreso a la imagen del Che una calidad de estandarte de lucha, de rebeldía, de hacer algo por sus propios ideales. Korda le regaló al mundo la mirada profunda de esperanza, de fuerza, de determinación, de revolución, de melancolía y amor con la que el Che fue sorprendido en aquel 5 de marzo de 1960. Ése es el rostro del Che que todos tenemos presente. Un Che sin voz, sin movimiento, estático. Sin embargo, el cine le ha dado otra cara y otra voz a Ernesto Guevara de la Serna.
La primera película norteamericana sobre el Che se llamó simplemente “Che” (1969), dirigida por Richard Fleischer (Conan el destructor, 1984). El primer rostro del Comandante Che Guevara fue el de Omar Sharif, a quien podemos recordar en uno de los papeles más importantes de su carrera como el príncipe Alí en Lawrence de Arabia (1962). El segundo Che fue protagonizado por el actor cubano Orestes Pérez (Vengo, 2000), en el filme argentino ¡Hasta la victoria siempre! (1997), dirigido por Juan Carlos Desanzo (Eva Perón, 1996).
Hasta hace algunos meses podríamos haber pensado que el definitivo Che de la pantalla grande sería el actor mexicano Gael García Bernal, quien interpretó al comandante revolucionario en dos largometrajes. El primero fue Fidel (2002), dirigido por David Attwood (Shot throught the heart, 1998). Le siguió Diarios de Motocicleta (2004), orquestada por Walter Salles (Central do Brasil, 1997), y producida por Robert Redford.
Para buena fortuna, y después del cuestionable éxito con respecto a la interpretación de García Bernal como el guerrillero argentino-cubano, se comenzó a entablar la negociación para filmar dos películas más sobre este personaje, y obviamente, se tuvo en mente al protagonista de Amores Perros (2000). Sin embargo, y para darle una variedad a la caracterización bastante explotada de Guevara de la Serna, el director encomendado para estas dos entregas, Steven Soderbergh (Ocean’s Twelve, 2004), hizo una excelente elección: Benicio del Toro.
El actor nacido en Puerto Rico no sólo es muy bueno en su trabajo (basta echarle un vistazo a su intervención en Traffic (2000), también dirigida por Soderbergh; The Pledge (Asesino Oculto, 2002) o Fear and Loathing in Las Vegas (1998)), sino que, físicamente, se parece bastante a Ernesto Guevara. Aunque todavía no se estrena de manera oficial, Del Toro ya recibió un premio por esta caracterización en el Festival de Cannes de este año. La primera película se titula El Argentino y está basada en el primer encuentro de Castro y Guevara en México hasta la gestación de la revolución cubana con miras a derrocar al dictador Fulgencio Batista. La segunda entrega se denomina Guerrilla, y se centra en el Che como dirigente del gobierno cubano hasta su famosa y controversial muerte en Bolivia en 1967. Ambos trabajos se estrenarán en Estados Unidos en este año 2008. Esperemos ver pronto estas cintas en las salas cinematográficas de nuestro país. La expectativa está puesta y a juzgar por los trailers y la crítica positiva del trabajo de Benicio del Toro, todo parece indicar que estamos, ahora sí, ante el definitivo Che de la pantalla grande.

viernes, 8 de agosto de 2008

¿El cine es como la realidad o la realidad es como el cine?

Desde la prehistoria, el hombre siempre ha intentado retratar a la realidad. Desde las pinturas rupestres en las que plasmaba sus actividades, convirtiéndose en pintura ya como una disciplina transformada en arte. Ejemplo más fiel es la corriente pictórica impresionista, en la que el autor tenía que retratar fielmente a la realidad lo más que pudiera, tomar prestado un momento subjetivado, un lugar, una visión o un rostro para dejar una copia de algo posiblemente intangible en algo tangible: un cuadro.
Después llegó la fotografía, que en principio de cuentas, al igual que la pintura, nació por la necesidad del hombre por apropiarse de una rebanada de su realidad inmediata. En la actualidad, cuando observamos detenidamente una fotografía podemos percatarnos de muchísimos detalles que el ojo humano no puede percibir a simple vista, entonces, ¿cuál es nuestra realidad, la capturada por el lente de la cámara fotográfica o la que logramos ver con nuestros ojos, podríamos decir, en vivo?
Con el paso de los años y después de muchos experimentos, por fin la fotografía evolucionó, las imágenes fijas cobraron vida, nació el cine. De nuevo, por la necesidad del hombre de hacer suyo un fragmento de la realidad. Pero, ¿qué tan real es el cine con respecto a la realidad? Alguien podría decir, “pues basta ver El Señor de los Anillos para darnos cuenta que el cine es pura fantasía”, en ese sentido tendría razón, sin embargo, hay películas que, aunque parezcan concebidas por una mente retorcida, son tan reales como la realidad misma. Cuando en un noticiero escuchamos, “esta persecución fue como sacada de una película de acción”; por qué mejor no decimos, “la persecución de ‘tal’ película fue como sacada del noticiero de las seis”.
Muchas de las mejores películas de todos los tiempos han sido basadas en hechos reales, o creadas como ficción pero que son superadas por la realidad. Si volteamos a nuestro alrededor, no podremos percibir todas las situaciones que suceden en ese entorno, y mucho menos, en otros países. Por fortuna, para eso tenemos al cine. Hay cine que nos hace vivir nuevamente algo ya transitado, un déjà vu eterno, un vaivén arrítmico, fragmentado pero que es parte de un todo, de un mundo en el que nos tocó vivir o de un mundo en el que desearíamos estar. Entonces, ¿el cine es como la realidad o la realidad es como el cine? Nunca lo sabré.

jueves, 24 de julio de 2008

El Caballero de la Noche, la mejor película del Hombre Murciélago




Hablar bien de la más reciente película del director inglés Christopher Nolan, Batman, The Dark Knight (Batman, El caballero de la noche, 2008) sería redundar en lo que sabemos los que ya tuvimos oportunidad de verla, que simplemente es una obra maestra. Sin embargo, no puedo dejar de alabar el genio de Nolan, quien nuevamente trabajó con su hermano menor Jonathan Nolan, con el que ya había colaborado en el filme de culto Memento (Amnesia, 2000).
La ambientación del filme es estupenda, regresa a la oscuridad impresa por Burton en las dos primeras entregas del Hombre Murciélago (Batman, 1989 y Batman Returns, 1992); los efectos en las escenas de acción están muy bien cuidados; en lo que respecta a las actuaciones, hay un lado bastante flaco. Nolan no dio una en la selección de la actriz responsable de darle vida a Rachel Dawes, la eterna enamorada de Bruce Wayne. Si en Batman Begins (Batman inicia, 2005), Katie Holmes no pudo con el personaje, ahora a la actriz Maggie Gyllenhall (Stranger than fiction, 2006; Mona Lisa smile, 2003) le quedó enorme; su corta pero significativa intervención es completamente insípida. Afortunadamente, en El caballero de la noche, Nolan decidió darle un giro dramático al personaje de Rachel Dawes. Esperemos que de esta manera se quite ese mal estigma.
Las interpretaciones de Michael Caine (Alfred), Gary Oldman (teniente Gordon), Aaron Eckhart (Harvey Dent, Dos Caras) y Morgan Freeman (Lucius Fox, el presidente de Wayne Enterprises), son muy buenas. Y ni que decir de Bruce Wayne y su alter-ego, encarnado por Christian Bale quien se ha ganado a pulso el mote de El Perfecto Batman, con perdón de Michael Keaton.
El caballero de la noche nos regala escenas memorables extendiendo sus alas para volar entre edificios en plena oscuridad de Ciudad Gótica; sorteando obstáculos con el objetivo de alcanzar a sus enemigos montado en la “bati-moto”, o simplemente desapareciendo en lo más hondo de un callejón entre sábanas transparentes de humo, dejando atrás una tenue estela de polvo y su silueta tatuada en la pupila del espectador inmutado ante aquella alegoría del miedo. Pero más allá de Batman, más allá de sus seis aventuras cinematográficas, más allá de todos sus enemigos (Dos caras, El Pingüino, El Acertijo, etcétera) está su emblemática antítesis, su eterno contrario: El Guasón (The Joker).
Es irremediable comparar al Guasón interpretado en 1989 por Jack Nicholson (The Departed, 2006; The Shining, 1980; Chinatown, 1974) con el de Heath Ledger (Brokeback Mountain, 2006; Ned Kelly, 2006; A Knight’s Tale, 2001). Ambas actuaciones son excelentes, sin embargo, si nos centramos en una estricta comparación de dichas caracterizaciones, Ledger se lleva a Nicholson por mucho. Cada segundo que aparece a cuadro el Guasón en el filme de Nolan, es estupendo. Ledger logró adentrarse tanto en el personaje que hasta el brillo de sus ojos es distinto y le regaló características antológicas; tics como el de sacar la lengua de vez en vez; el tono de voz es entre ácido y misterioso pero con un toque de demencia; la forma de caminar como trastabillando; las carcajadas que seguramente no dejarán dormir a más de uno; la mirada profundamente sicótica y ya ni hablar del maquillaje y el cabello que le da esa similitud tanto legendaria (por las tragedias tan conocidas) como oscura, con El Cuervo (The Crow, 1994).
Tampoco podemos dejar de comparar Batman de Tim Burton, con The Dark Knight. Hay escenas casi idénticas. Primer ejemplo: en la película Batman, el Guasón irrumpe una reunión de mafiosos de Ciudad Gótica para presentarse y termina matando a uno de ellos; en El caballero de la noche, el Guasón hace lo mismo, aunque el motivo es distinto. Segundo ejemplo: en Batman, después del desfile, el Hombre Murciélago se aproxima en el “bati-avión” y el Guasón lo reta con los brazos abiertos justo en medio de la calle; en El caballero de la noche, el Guasón hace lo mismo, la diferencia radica en que Batman ahora viene en la “bati-moto”. Tercer ejemplo: en Batman, el Guasón irrumpe en una fiesta de alta alcurnia celebrada por Bruce Wayne; en El caballero de la noche, sucede lo mismo. A pesar de que es evidente la referencia de la obra de Burton en la de Nolan, en conjunto The Dark Knight difiere bastante de la primera película de Batman. Batman, El caballero de la noche, es un thriller estrepitoso, de esos que de principio a fin nos mantienen al filo del asiento, con escenas y frases que indiscutiblemente ya forman parte de la historia del cine.

jueves, 17 de julio de 2008

Los robots también sienten: Wall-E




¿Es posible que una máquina, que un conjunto de engranes, que un artilugio frío por dentro y por fuera, posea la cualidad humana de sentir, de emocionarse o aún más, de enamorarse? Si respondemos esta interrogante utilizando una estricta lógica, obviamente la réplica sería un contundente: no. Sin embargo, en el cine todo se puede volver realidad.
En 1986, el director John Badham nos trajo el entrañable filme Corto Circuito (Short Circuit). En esta película se cuenta la historia de Johnny-5. La trama comienza con el invento de un robot creado con fines pacíficos pero con cualidades para la milicia estadounidense. En la presentación del prototipo, el modelo “número 5” es afectado por un rayo y como por arte de magia (como sólo en el cine puede suceder) deja de ser un invento militar para convertirse en un androide con cualidades humanas que se robó el corazón de miles de espectadores. Para 1988, se estrena la secuela de las aventuras del tierno Johnny-5: Corto Circuito 2 (Short Circuit 2). Este largometraje es un innegable referente para que veinte años después, Pixar realizara Wall-E (2008).
A Wall-E lo podemos comparar con Johnny-5 tanto en lo estético como en la “manera de ser”. Ambos caminan gracias a una bandas semejantes a las utilizadas por los tanques militares; su rostro es prácticamente igual; pero lo más importante de todo (en ambos casos) es la expresividad de sus ojos, que con un sencillo cambio de posición y una casi imperceptible variación en la brillantez de su mirada, logra transmitir fehacientemente el estado de ánimo en el que se encuentra. Una de las cualidades de Johnny-5 es su peculiar forma de hablar; en este sentido, Wall-E se diferencia debido a que sólo emite sonidos mecánicos y una que otra palabra cual si fuese un niño que apenas comienza a balbucear.
La película Wall-E nos cuenta la historia futurista de un robot fabricado para limpiar la Tierra que, dentro de la monotonía de su labor, se da cuenta que le gusta el baile, que se maravilla con artefactos utilizados por humanos como por ejemplo un encendedor o un cubo de rubik. En el trajín de su vida diaria sus sentimientos se expanden al conocer al robot explorador Eva (Eve), del cual se enamora a primera vista y libra divertidas y enternecedoras aventuras. Pero Wall-E es más que una historia de amor; es una mirada al sedentarismo en el cual nos tiene inmerso la practicidad de la vida moderna; es una visión de lo que puede llegar a convertirse nuestro planeta gracias a nuestra inconciencia ecológica; es una llamada de atención principalmente a los gobiernos de los países que más contaminan (a Estados Unidos, en primer lugar, recordando que ni siquiera le convino firmar el Protocolo de Kioto) para que hagan algo al respecto.
El cine es un poderoso medio para crear conciencia y siempre será reconocible que productoras tan importantes como Pixar utilicen sus recursos para contar historias con mensajes positivos, a pesar de que su fin primordial sea la recaudación en taquilla.

jueves, 10 de julio de 2008

Gael García nos cuenta una historia con Déficit




Gael García Bernal ha incursionado como actor en muchas películas verdaderamente memorables. Desde Amores perros (2000), pasando por Y tu mamá también (2001), Diarios de motocicleta (2004), La ciencia del sueño (2006), entre otras. Varios largometrajes han destacado en el mundo del cine por distintos factores; por un lado, ha sobresalido la importancia histórica-contextual de la realización de determinada producción (por ejemplo, Fidel, 2002), y por otro, ha brillado más la controversia que el hecho de ser una buena película (El Crimen del Padre Amaro, 2002). Sin embargo a lo anterior, la buena calidad histriónica de Gael García se ha hecho valer por sí misma, llevándolo a trabajar con uno de los directores más prolíficos y controversiales del cine español contemporáneo: Pedro Almodóvar Caballero, a quien le debe una de sus mejores actuaciones interpretando a Ignacio, a la travesti Zahara y a Juan en la excelente La mala educación (2004).
La carrera actoral de García Bernal ha ido en ascenso, y al parecer, así seguirá debido a que es muy selectivo con las historias en las que participa y con los directores con los que decide trabajar. Por todo lo anterior, aunado a su carrera de productor cinematográfico a través de Canana Films, compañía que fundó con su amigo Diego Luna, la ópera prima del joven actor causó gran expectativa en México y el mundo. Déficit (2008) por fin llegó a las salas cinematográficas de todo México, presentándose en escenarios como el 5º Festival Internacional de Cine de Morelia, y Cannes en 2007. Lamentablemente, su primer trabajo como director dejó mucho que desear.
En palabras del propio Gael, Déficit trata del “ninguneo de los ricos a los pobres, cómo la servidumbre de la casa se esconde y se ningunea sí misma, cómo los personajes están en búsqueda de una sola acción buena que los haga sentir que su existencia tiene valor y cómo es que en el camino la riegan”. A pesar de que la premisa es interesante, no logró plasmarla de una manera efectiva en la pantalla grande, el lenguaje cinematográfico es tan pobre que no logra llegar a un clímax importante en todo el filme. Comienza con buen ritmo pero a la mitad de la historia, decae totalmente y termina llevando a rastras al espectador hasta el final de la historia.
Lo curioso de la ópera prima de García Bernal, es la nada creíble actuación del propio director, quien interpreta a Cristóbal, el personaje principal. La personificación resulta en partes sobreactuada, debido a que por momentos olvida el característico modo de hablar “fresa”, supuestamente inherente a Cristóbal. Esto nos hace preguntarnos si como director es buen actor, o si sus mejores actuaciones se deben al manejo de los directores que lo empujan a realizar un buen trabajo, o si de plano no es capaz de llevar a cabo una actuación decente sin una batuta externa.
A pesar de que recibió la asesoría de algunos directores experimentados (Michel Gondry, La ciencia del sueño), no se logró el objetivo: contar una historia que transmitiera algo. Debido a que toda la trama se desarrolla dentro de un solo espacio, una casa de Tepoztlán, y buena parte de ella es por la noche, la iluminación no ayuda; hay secuencias en las que se pierde totalmente la profundidad de campo, es decir, no se distingue lo que hay detrás de los personajes. Los demás actores tampoco se destacan, quedan simplemente como actores secundarios sin un peso importante dentro de la historia, con excepción de Tenoch Huerta, quien encarna al jardinero de nombre Adán, que a pesar de no tener una actuación para recordar, es de lo menos peor en la película. Como reza el dicho, “echando a perder se aprende”, esperemos que en la próxima osadía de Gael García Bernal en la dirección de un largometraje, corrija muchos de los errores en los que visiblemente cayó con Déficit.

miércoles, 25 de junio de 2008

El fin de los tiempos ha llegado!




El Fin del Mundo ha sido tema ha desarrollar en varias películas de Hollywood. Entre las que puedo mencionar, no debido a que el tratamiento del tópico en cuestión haya sido certero en su conjunto, sino únicamente como referencia, figuran: Día de Independencia (Independence Day, 1996), película en la que el patriotismo anglo se erige por sobre todas las cosas y por supuesto, nuestros vecinos del norte descubren la manera de salvar al mundo; otro ejemplo es Armagedón (Armagedon, 1998), cinta en la que un meteorito de enormes proporciones amenaza con destruir la Tierra pero no contaba con la audacia de… ¿a que ni saben de quién? Pues quien más, del país que siempre está al pendiente de salvar al mundo de cualquier amenaza, ya sea nuclear, de otros países, del terrorismo o de sus mismos compatriotas; por supuesto: Estados Unidos. Al parecer, en la gran mayoría (salvo escasas excepciones) de las películas de Hollywood que abordan el tema del acabose de la humanidad, el inicio y desenlace de su historia siempre se da en la tierra del tío Sam, y entre líneas o descaradamente ensalzan un nacionalismo gabacho con un discurso político en el que ellos siempre vencen al enemigo, sea quien sea y venga de donde venga, y de paso, le inyectan a su ejército cierta calidad de salvador, de ‘chicos buenos’.
Agradable sorpresa resultó la más reciente obra del realizador de cine M. Night Shyamalan, El Fin de los Tiempos (The Happening, 2008). El también director de El Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999) adapta al cine un cuento del escritor de bestsellers de terror y suspenso, Stephen King, en el que un virus desconocido ataca a las personas provocando que se dañen a ellas mismas, sin que nadie pueda hacer nada para impedirlo. En este largometraje nuevamente la historia arranca y se desarrolla dentro del país más poderoso del mundo, sin embargo, el virus no es comprendido ni aniquilado ni confinado a sus límites territoriales. Este fin de los tiempos se les escapa de las manos a los gringos.
Mark Wahlberg (The Perfect Storm, 2000; The Departed, 2006) encarna a Elliot Moore, el personaje central del filme. La actuación de Wahlberg deja mucho qué desear ya que en todo el transcurso de la historia, no llega a forjarle una personalidad propia al personaje y por ende, no logra convencer. Su coprotagonista, Zooey Deschanel quien interpreta a Alma Moore, tampoco termina por imprimirle una dosis de buena actuación a la película. De hecho, la interpretación más creíble aunque somera, es la de John Leguizamo como Julian. Por otro lado, los efectos especiales son buenos, sin llegar a ser espectaculares. The Happening tiene chispazos de genialidad visual muy a lo Shyamalan. Como ejemplo, basta con recordar la secuencia de las repentinas muertes de los trabajadores de una construcción. La toma de ‘contrapicada’ en el momento que literalmente comienzan a llover personas, es verdaderamente genial.
Shyamalan no logró convencer incondicionalmente a los críticos ni al público en taquilla. Esto último obedece a que la película en cuestión no forma parte de los tipos de largometrajes que Hollywood programa para estrenarlos en verano, temporada de vacaciones escolares. Por lo general se busca proyectar historias de acción estrepitosa (Hulk, Indiana Jones) o cintas para toda la familia (Kung Fu Panda, Wall-E). Sin embargo, se le agradece al director nacido en la India por el atrevimiento de realizar este filme y estrenarlo en esta temporada del año, difícil para el cine de suspenso. Aunque El Fin de los Tiempos llega a caer en situaciones obvias, circunstancias que no impresionan en lo más mínimo al espectador, aún así vale la pena apreciar esta película del fin del mundo distinta a las demás.

jueves, 19 de junio de 2008

Remembranzas llevadas a la pantalla grande, fórmulas seguras de éxito




Desde hace algunos años, se han adaptado al cine muchísimos comics. El negocio para los productores es bastante jugoso ya que estas películas abarcan a un tipo de público bastante amplio. Los interesados en ver estos filmes somos tanto los que crecimos con esas series televisivas, o historietas impresas, como los jóvenes y niños que conocen al personaje o personajes, gracias a las imágenes en movimiento.
Precisamente hoy en día, en la cartelera de nuestra sala de cine más cercana, podemos observar a El increíble Hulk (The incredible Hulk, 2008), dando saltos y aplastando tanques militares. Esta segunda entrega de el hombre verde de Marvel fue el mayor éxito taquillero del pasado fin de semana, recaudando 54.5 millones de dólares en Estados Unidos, debido a que causó una gran expectativa la personificación de Edward Norton como Bruce Banner, el alter ego de Hulk, aunado a la enorme promoción que los norteamericanos siempre le brindan a sus superproducciones. Tal es la dimensión del monopolio y proyección mercadológica cinematográfica de nuestros vecinos del norte que, aunque la India es la mayor productora de películas a nivel mundial, el 80% de la oferta en las salas cinematográficas alrededor del orbe, pertenece a Estados Unidos.
Últimamente Hollywood nos ha bombardeado con largometrajes de superhéroes, sin embargo, la lista de caricaturas (como les decimos en México a las series animadas) llevadas a la pantalla grande no se limita únicamente a los comics de Marvel o DC. Podemos recordar, por ejemplo, a la serie de dibujos animados El Inspector Gadget, que se transmitió en nuestro país a mediados de los años ochenta. Dicha caricatura no tuvo referencia impresa, fue a partir del éxito de la serie animada que se decidió hacer la película. El largometraje vio la luz en 1999 de la mano del director David Kellogg y arropada por Disney. Por supuesto, la película fue todo un éxito taquillero. En 2003 se lanzó El Inspector Gadget 2, también producida por Disney pero no tuvo la misma aceptación en taquilla.
Hubo otra caricatura bien aceptada por la juventud de 1981 hasta principios de los años noventa, y que hasta se tornó con tintes diabólicos debido a que supuestamente las figuras promocionales (generalmente muñecos) de la serie en cuestión cobraban vida por la noche y mataban a los niños poseedores de dichos juguetes. Claro, me refiero a Los Pitufos, dibujos animados que próximamente serán llevados a la pantalla grande por parte de Columbia Pictures y Sony Pictures Animation. ¿Nos podemos imaginar a un actor interpretando a Papá Pitufo, a Pitufina o a Gárgamel? Por lo pronto, lo anterior no será problema porque este largometraje será realizado en 3D con la tecnología CGI (por sus siglas en inglés) que significa: imágenes generadas por computadora.
Pocos saben que el origen de los pitufos es belga (Les Schtroumpfs), y que su primera aparición fue en la revista del comic franco-belga Spirou, en 1958, en el episodio La flûte à six schtroumpfs (la flauta de seis pitufos), en el marco de las aventuras de Johan y Pirluit. En aquel entonces, los pitufos ni siquiera eran los protagonistas. Fue hasta 1976 cuando se realizó una animación tradicional basada en el episodio antes mencionado con los pitufos como personajes centrales. A pesar de lo anterior, la fama a nivel mundial que alcanzaron estas diminutas criaturas azules, se la deben a los productores estadounidenses Hanna-Barbera (William Hanna y Joseph Barbera), que realizaron la serie que todos recordamos.Esperemos que la adaptación al cine de los pitufos nos deje un buen sabor de boca, tal y como sucedió con la excelente intervención en la pantalla grande de Los Simpson (The Simpsons Movie, 2007); y se mantenga alejada de intentos soeces de adaptaciones tales como Garfield (Garfield: The movie, 2004 y Garfield: a tail of two kitties, 2006), que no se asemeja en lo más mínimo a la serie animada, ya que en la caricatura, el gato perezoso no movía los labios y tenía la misma proporción que los demás felinos participantes en la historia, siendo que en el filme, cualquier persona puede interpretar perfectamente lo que dice Garfield, leyendo sus labios, y tanto su imagen como su tamaño generados por computadora son totalmente desproporcionados en relación a otros gatos. Otro ejemplo deplorable de adaptación fue Supercan (Underdog, 2007), filme que se distancia barbaridades a la serie animada, tanto en la historia como en la misma personalidad de “lustrador”, el otro-yo de Supercan. Casi por lo general, Hollywood nos ha decepcionado en este tipo de adaptaciones, ¡ojalá que la película de los pitufos sea una agradable excepción!

lunes, 26 de mayo de 2008

Remakes, falta de ingenio de los cineastas?




Los remakes, o mejor conocidos como “refritos” en el cine, son versiones nuevas de películas filmadas con anterioridad. Ejemplos hay por montones, unos excelentes y otros para olvidar. Por mencionar a algunos de los más conocidos tenemos a The War of the Worlds (La Guerra de los Mundos), novela de H. G. Wells adaptada al cine por primera vez en 1953 y llevada nuevamente a la pantalla grande en 2005 de la mano de Steven Spielberg; Преступление и наказание (Crimen y Castigo), obra literaria del escritor ruso Fiódor Dostoievski, cuya adaptación al celuloide se ha realizado en unas ocho ocasiones, siendo las más conocidas la del año 1935 y la versión hollywoodense de 1998; asimismo, Woody Allen se basó en esta novela para filmar la excelente Match Point en 2005.
Otra película realizada en varias ocasiones es King Kong (1933, 1976 y 2005), aunque tiene alrededor de unas cuatro secuelas, siendo King Kong vs. Godzilla (1962) de las más significativas debido a que fue la primera ocasión en la que el mono gigante apareció a todo color. También se hizo lo propio con Planet of the Apes (El Planeta de los Simios), novela homónima de Pierre Boulle cuya adaptación se llevó a cabo en 1968 y en 2001, ésta última dirigida por Tim Burton, y al igual que sucedió con King Kong, El Planeta de los Simios tiene en su haber algunas secuelas y presecuelas, es decir, versiones con historias posteriores a la primera película y otras que se basan cronológicamente en el pasado de la historia original (Beneath the Planet of the Apes, 1970; Escape from the Planet of the Apes, 1971; Conquest of the Planet of the Apes, 1972 y Battle for the Planet of the Apes, 1973).
Un filme bastante bien realizado, con actuaciones excepcionales principalmente la de Brad Pitt, quien encarna al demente Jeffrey Goines, es Twelve Monkeys (Doce Monos, 1995). Cinta de ciencia ficción que nos plantea las siguientes incógnitas: ¿puede existir un punto en el tiempo en el que te cruces contigo mismo?, o peor aún, ¿con tu propia muerte? Para muchos, Twelve Monkeys es una buena película de Terry Gilliam, director de The Adventures of Baron Munchausen (1988), Fear and Loathing in Las Vegas (1998) y The Brothers Grimm (2005), entre otras. Pero lo que se sabe poco es que Doce Monos, es un remake del cortometraje francés La Jetée (1962), dirigido por Cris Marker. De hecho, el propio Marker participó como guionista en la obra de Gilliam. A su vez, el camaleónico David Bowie se basó en La Jetée para filmar el videoclip de la canción Jump, They Say (1993) dirigido por Mark Romanek.“Refritos” hubo y habrá en todos los géneros del cine, sin embargo, resulta de especial importancia conocer la referencia en la que se basa un remake para valorar si el primero es mejor que el último, o viceversa. Aunque podemos llegar a pensar que las re-adaptaciones se realizan principalmente debido a la falta de imaginación de los hacedores de cine, y tendríamos razón, sólo que en algunas ocasiones el “refrito” resulta en una mejora a la propuesta original o en otro punto de vista partiendo de una premisa ya elaborada, como sucedió a bien con Doce Monos o El Planeta de los Simios de Burton. Pero no debemos perder de vista a la contraparte, a las pésimas nuevas versiones que ni un repertorio plagado de estrellas ni un estratosférico presupuesto logran mejorar a la primera versión, como sucedió con Vanilla Sky (2001), remake mal hecho de la película española Abre los Ojos (1997), dirigida por Alejandro Amenábar.

jueves, 15 de mayo de 2008

Méliès, el mago del cine



Hay películas que lo único que ofrecen es una buena calidad en efectos especiales. También existen las que logran conjugar acertadamente lo visual con el contenido, aunque son pocas. Entre estas últimas encontramos la trilogía de Matrix (The Matrix, 1999; The Matrix Reloaded, 2003 y The Matrix Revolutions, 2003) de cuya dirección y efectos especiales estuvieron a cargo los hermanos Larry y Andy Washowsky. En estos largometrajes convergen perfectamente la filosofía de su historia con la innovación técnica.
Más allá de lo anterior, La Matrix se hizo popular por el efecto denominado bullet time, que consiste en disparar varias cámaras al mismo tiempo en una misma escena, para después editar las imágenes de tal manera que logren distintas perspectivas de una misma situación. En otras palabras, y como todos lo recordaremos, se congela la imagen y aparentemente la cámara se mueve alrededor de la escena. Aquí, los creativos hermanos innovaron e impusieron este truco como vanguardia tecnológica dentro de la cinematografía mundial, y no han parado. El último trabajo de los hermanos Washowsky lo podemos disfrutar en Meteoro, la película (Speed Racer, 2008), la que ha sido calificada por algunos críticos como “una experiencia visual sin precedentes”. En Meteoro podemos ver el futuro en efectos visuales, pero cómo empezó todo esto de la magia en el cine?
La ciencia ficción en el cine es tan longeva como el cine mismo. La historia inicia en la primera proyección cinematográfica llevada a cabo por los indiscutibles creadores del celuloide, los hermanos Lumière. Era el 28 de diciembre de 1895, en un café parisino se proyectaban las primeras películas en la historia del cine (Salida de la Fábrica Lumière en Lyon, El Arribo del Tren a la Estación Ciotat, El Regador Regado, y otras), cuando entre el público asistente no mayor a 200 personas, se encontraba el taumaturgo, director y actor de teatro: George Méliès. Éste quedó prendado del nuevo invento, decidió comprar uno de esos artilugios pero los hermanos Lumière se negaron a vendérselo, orillando a Méliès a fabricar su propio cinematógrafo.
El francés George Méliès llevó su espectáculo de teatro e ilusionismo al cine. Es el padre de los efectos especiales, aportando las “desapariciones” (conocido como sustitución de elementos) en la pantalla grande, creó el primer estudio de cine (set), la superposición simultánea de negativos (exponer varias imágenes al mismo tiempo), entre muchos otros. El truco de sustitución de elementos lo descubrió fortuitamente. Méliès se encontraba filmando un automóvil con cámara fija, en ese momento la cinta se trabó y se rompió; al momento de pegarla y proyectarla, se dió cuenta que el carro desaparece e inmediatamente después, aparece. Al mismo tiempo que nace este efecto, inventa el montaje en el cine.
Méliès filmó alrededor de 500 películas. No obstante, la fiel representante del nacimiento de la ciencia ficción en el cinéma es El Viaje a la Luna (Le Voyage Dans la Lune, 1902). Para aquellos que no han tenido el privilegio de ver este cortometraje de 13 minutos de duración, afortunadamente lo pueden observar vía internet, ya que se conserva intacto y ahora digitalizado. Como referencia, el videoclip Tonight, tonight, extraído del disco Mellon Collie and the Infinite Sadness (1996), del grupo de rock The Smashing Pumpkins, es una parodia muy bien lograda de El Viaje a la Luna de Méliès. Si bien, todo parece indicar que el futuro de la ciencia ficción dentro del cine está en manos de los hermanos Washowsky (me refiero a los efectos visuales en los que intervienen actores, porque la animación es historia aparte), esto no hubiera sido posible sin la imaginería de un mago del siglo XIX; de un ilusionista admirador del gran Robert-Houdin; de un loco para su época pero invaluable referente para la magia que ahora nos deleita las pupilas en las salas cinematográficas.

jueves, 8 de mayo de 2008

Iron Man llega y se impone




Otro superhéroe llevado a la pantalla grande. Ahora le tocó el turno al Hombre de Hierro: Iron Man (2008). Las expectativas sobre esta cinta no eran tan grandes como su resultado, arrasó con taquillas alrededor del planeta recaudando 200 millones de dólares en su primer fin de semana de estreno, convirtiéndose en una de las diez películas más taquilleras de todos los tiempos. Pero el éxito pecuniario es supeditado por la calidad del filme dirigido acertadamente por Jon Favreau, el responsable de Zathura: A Space Adventure (2005).
Iron Man es un largometraje entretenido, con efectos visuales dignos de atención y un ágil manejo de la historia. Si comparamos las películas anteriores de personajes creados por Stan Lee, Spiderman o X-Men, la única que se puede comparar al resultado obtenido por el Hombre de Hierro es la segunda entrega de los Hombres X. Este éxito se debe a que la producción de Iron Man se llevó a cabo en su totalidad por Marvel Studios, siendo el debut de la editorial como productora cinematográfica. Debido a este acierto, la productora ya se encuentra trabajando en la segunda parte de Iron Man, a estrenarse en 2010; en una nueva película (esperemos que ahora valga la pena) de El Increíble Hulk con Edward Norton como protagonista, a estrenarse en junio del presente año; en 2009 veremos el spin-off de Wolverine, personaje de X-Men; en la adaptación al cine de Captain America, que verá la luz en 2011, así como The Avengers (Los Vengadores), que será una delicia para los seguidores de estos personajes debido a que estarán juntos en una aventura: Hulk, Iron Man, Thor y el Capitán América.
Entrando en materia, en la cinta recién estrenada se cuenta el origen de Iron Man. Tony Stark (encarnado por Robert Downey Jr. -Chaplin, 1992; Zodiac, 2007-), quien es un industrial millonario, genio inventor, gigoló y heredero de Stark Enterprises, la mayor abastecedora de armas para el ejército de Estados Unidos. Después de la demostración en Afganistán del misil Jericó, Stark es tomado prisionero, y rescatado de la muerte por otro cautivo de nombre Yinsen (Shaun Toub). Gracias a su ingenio, Stark logra escapar de sus captores y lo que sucede en esa cueva (hecho que, por supuesto, no revelaré) lo empuja a construir la armadura que resulta en Iron Man. A grandes rasgos, de eso trata la primera entrega de El Hombre de Hierro. Tiene escenas que, a pesar de ser trilladas en las cintas de acción, logran emocionar. Por ejemplo, cuando Iron Man es perseguido por dos aviones del ejército estadounidense. Dicha secuencia no echa mano de nuevas propuestas para el cine acción, sin embargo, la combinación de música, efectos y montaje, logra su objetivo: emocionar. La armadura es casi idéntica a la del cómic. El efecto de vuelo es realmente creíble. El soundtrack impone. Para mi punto de vista, Iron Man es la mejor película de superhéroes desde X-Men II (2000). Como recomendación para los que aún no han acudido al cine a ver este filme, quédense hasta el final (aunque tengan la mala costumbre de huir cuando aparece el primer nombre), porque después de los créditos hay una escena crucial para comprender la siguiente película.

martes, 6 de mayo de 2008

Batman Vs. Superman









Batman junto con Superman son, sino los más célebres superhéroes, unos de los más conocidos en el mundo entero. A pesar de que comparten esa gran fama, difieren mucho el uno del otro. Superman tiene poderes “sobrenaturales”, en cambio Batman utiliza su intelecto para poder actuar como un superhéroe; Superman es un obvio personaje nacionalista estadounidense, comenzando por el color de su traje casi idéntico a la bandera de las barras y las estrellas, así como el claro protagonismo de ciudades gabachas en sus historias, al contrario de Batman que desarrolla sus aventuras en una ciudad con infraestructura ficticia y utiliza tonos iconográficos neutros, como la referencia del murciélago, un ser repugnante para muchas personas. Superman es el sueño de toda mujer: un hombre alto, de ojos azules, fuerte y con un peinado de concurso, y Batman es simplemente la pesadilla de cualquiera.
Gracias a la importancia mercadológica de ambos personajes (a raíz de los comics y las series de televisión) fue que se decidió llevarlos al cine. La película más famosa sobre Superman se filmó en el año de 1978, siendo que el primer largometraje de El Hombre Murciélago vio la luz hasta 1989. Ambos filmes tuvieron gran repercusión tanto en taquilla como en el imaginario de los jóvenes de la época, y no tan jóvenes seguidores de los respectivos comics y series televisivas. No obstante a lo anterior, Superman hubo aparecido en más de diez películas desde 1948, sin embargo, las más conocidas son las que protagonizó el ya extinto Christhopher Reeve (Superman: The Movie (1978), Superman II (1980), Superman III (1983) y Superman IV. The Quest for Peace (1987)), y la reciente Superman Returns (2006), dirigida por Bryan Singer. Por otro lado, sobre Batman se han realizado seis películas: Batman (1989), Batman Returns (1992), Batman Forever (1995), Batman and Robin (1997), Batman Begins (2005) y la próxima a estrenarse, The Dark Knight (2008).
El último rodaje de Superman causó polémica por distintos factores. El tiempo que se tardó en realizar una nueva pieza de la secuela de los años ochenta y, el más importante: ¿quién sería el predecesor de Christopher Reeve? Los productores salieron avante con la contratación del joven actor Brandon Routh, quien encarnó perfectamente a Clark Kent y a su alter ego. Estas dificultades en la realización de Superman Returns causaron que el público estuviera a la espera de su estreno. Pero la última película de Batman ha causado una mayor expectativa, no sólo por la espectacularidad y hermetismo con el que se han manejado los avances, sino por la interpretación y revaloración de El Guasón (The Joker).
Después de la excelente Batman, dirigida por Tim Burton y en la cual el laureado actor Jack Nicholson protagonizara excepcionalmente a El Guasón, se pudo pensar que no habría una mejor interpretación del villano payaso. Sin embargo, el actor Heath Ledger, al juzgar por los trailers del filme, lo ha logrado. Con una imagen sombría, terrorífica y que irremediablemente nos hace recordar a El Cuervo (The Crow, (1994), trágicamente protagonizada por Brandon Lee). Si a lo anterior le añadimos la repentina muerte de Ledger después de la filmación de The Dark Knight, tenemos una serie de motivos que nos empujan a asistir corriendo a la premier de la película del realizador Christopher Nolan, quien dirigiera bastante bien Batman Begins. Superman y Batman lo han obtenido todo por separado, desde grandes éxitos de taquilla hasta grandes fracasos. Pero debemos tener en cuenta que son personajes con características diferentes y que se desenvuelven en mundos distintos, lo último que necesitamos es que se intente hacer una película de Batman Vs. Superman, como lastimosamente lo hicieron con Freddy Vs. Jason (2003) o Alien Vs. Predator (2004). La idea suena descabellada, sin embargo existen fuertes rumores de la pretendida realización de esa aberración cinematográfica. Esperemos que sean puras habladurías y que Batman se mantenga alejado de Metrópolis y Superman de Ciudad Gótica.

Made in Tarantino





Quentin Jerome Tarantino comenzó su incursión en el mundo del celuloide como acomodador de un cine porno. Su segunda aproximación la hizo en una tienda de videos en donde conoció al estudiante de cine Roger Avary, con quien trabajó en su primer guión por allá de 1987; el cual, se tradujo hasta 1993 en la película True Romance (La Fuga), dirigida por Tony Scott. El mismo Avary fue quien animara a Quentin a presentar el guión de Reservoir Dogs (Perros de Reserva, 1992) al productor Lawrence Bender. Después del visto bueno del actor y protagonista del filme, Harvey Keitel, Perros de Reserva vio la luz. Aquí comienza la historia de Quentin Tarantino como director de cine.
A pesar de que la ópera prima del también actor (no muy bueno, por cierto) cosechó críticas positivas en el Festival de Sundance en el momento de su estreno, no fue sino hasta dos años después que logró consagrarse como unos de los cineastas más innovadores y sagaces de Estados Unidos. Los adjetivos anteriores no pecaban de lisonjeros gracias al excelente trabajo realizado por Tarantino en su segunda película: Pulp Fiction (Tiempos Violentos, 1994). Esta comedia de humor negro fue nominada a siete premios Oscar, ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Francia, se llevó un premio Bafta, un Globo de Oro y tres premios de la Sociedad Nacional de Críticos de Cine (NSFC) de Estados Unidos. El largometraje se alzó con la estatuilla Oscar al mejor guión original, el cual, fue realizado por Quentin y su amigo, Roger Avary.
Además del acierto cinematográfico que resultó Pulp Fiction, rápidamente se volvió parte de la cultura pop de los años noventa. Jóvenes comenzaban a enamorarse de Mia (Uma Thurman), la drogadicta esposa de Marsellus Wallace (Ving Rhames); las mujeres imitaban su look y por añadidura quedaban prendadas de los movimientos cadenciosos a ritmo de twist de Vincent Vega (John Travolta) o, religiosamente, equiparaban a Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) con un asesino digno de admiración, esto gracias a la poderosa escena en la que recita el pasaje bíblico del libro de Ezequiel capítulo 25 versículo 17, antes de la ejecución de sus víctimas. Aunque, en realidad, la cita está un poco exagerada, ya que el verdadero pasaje es mucho menos extenso.
La tercera película del director nacido en Knoxville, Tennessee, pasó sin ton ni gloria. Jackie Brown (El caso Jackie Brown, 1997) recibió duras críticas debido a que, para algunos, la adaptación a la pantalla grande de la novela de Elmore Leonard no cumplió con las expectativas esperadas. Uno de los aciertos de Tarantino con esta cinta, fue la nueva oportunidad que le brindó a Pam Grier, quien encarna a Jackie Brown. En los años setenta, Grier se coronó como la reina del blaxploitation, que no es otra cosa que películas de bajo presupuesto dirigidas principalmente a público negro, con altas dosis de violencia y protagonizadas, obviamente, por negros.
En 2003 se estrena Kill Bill: Vol. 1, el cuarto filme tarantinesco. Una película que difiere de los tonos pop, noir y de gangsters que le imprimió a sus obras anteriores. Ahora, se adentra en el mundo de las artes marciales teniendo como protagonista a una mujer denominada Beatriz Kiddo, “la novia” (Uma Thurman). Para el papel de Bill, inteligentemente el director rescata a David Carradine, quien fuera el protagonista de la exitosa serie televisiva de la década de los setenta, Kung Fu. Un año después, Tarantino lanza mundialmente su quinta película: Kill Bill: Vol. 2. La saga fue bien recibida por la crítica y aceptada por sus fieles seguidores. Quentin Tarantino ha actuado en varias películas (Desperado (1995), Girl 6 (1996)); escrito y co-escrito otras (Natural Born Killers (1994), From Dusk Till Dawn (1996)); co-dirigido fragmentos de unas más (Sin City (2005)); producido algunas (Killing Zoe (1994), Hostel (2006)) y escrito episodios para series de televisión (E.R. y CSI Las Vegas). Entre todas estas, y otras tantas facetas creativas de Tarantino, la que más destaca es la de director de cine. Su último trabajo es el largometraje: Grindhouse. Éste se encuentra dividido en dos partes: la primera (Planet Terror) fue dirigida por Robert Rodríguez y la segunda (Death Proof) por Quentin Tarantino. Como es costumbre, en Estados Unidos ya se estrenó, esperemos que pronto llegue a México y, a pesar de ser un filme de terror, seguramente conservará la etiqueta Made in Tarantino.

Francia, la primera meca del cine




Hollywood = meca del cine. Hollywood = industria cinematográfica. Hollywood = simplemente cine. Esta ecuación la traducimos inconcientemente todos los occidentales modernos cuando vemos el enorme letrero situado en unas montañas californianas que pomposamente reza: Hollywood. De no haber sido por las triquiñuelas de un hijo del Tío Sam, como ha sido su costumbre desde que nació aquella nación, la historia del cine en Occidente, sería otra.
La primera meca del cine mundial fue Francia. La primera industria cinematográfica estuvo en Francia. El cine fue inventado en Francia. Desgraciadamente, la industria con la que nacimos los mexicanos del siglo XX no es la francesa, y digo desgraciadamente, porque de haber sido así, de seguro tendríamos otra visión del mundo, otra manera de ver la vida, otra forma de contar historias, y en lugar que fuera a través del Motion Picture, sería por medio del Cinéma. ¡Hasta se escucha más bonito!
Los norteamericanos son los amos y señores de la industria que le toca a esta parte del mundo, gracias a la intromisión de un tramposo hombre de negocios, adjetivado como “el mejor inventor estadounidense de la era moderna”. A este señor se le adjudica la invención del fonógrafo, la lámpara incandescente (aunque sólo la perfeccionó), el kinetoscopio y el vitascopio (que no eran otra cosa más que aproximaciones al cinematógrafo, inventado anteriormente por los hermanos franceses, Lumière). Ya sabrá, amigo lector, a quién me refiero. ¡Sí! ¡Al mismísimo Tomas Alva Edison! El mismo personaje que admiramos, y al cual, le rendimos tributo gracias a nuestros libros de texto. Pero lo que no leemos en las publicaciones manipuladas por el gobierno, es la historia del Edison bandido, del ladrón de sueños, del verdadero impulsor de lo que ahora es el monopolio de la industria cinematográfica estadounidense.
Todo comenzó en 1894, Louis y Auguste Lumière crean y patentan el cinematógrafo (el primer proyector de cine) en Francia. En ese mismo año, Edison lleva su kinetoscopio (una especie de “caja” que proyectaba imágenes en movimiento) a Francia. Dos años después, Tomas Alva Edison lanza el vitascopio, un artilugio similar al cinematógrafo. Después de esto, el hábil inventor gabacho impulsa la llamada guerra de patentes, estamos hablando de 1897. Dicha guerra inicia cuando la Edison Company comienza a cobrar un tributo a toda productora que se encontrara haciendo cine y que utilizara alguno de los aparatos patentados por él, es decir, lo que ya se había inventado en Francia. La corrupción y las marejadas de dinero comienzan su historia dentro de la industria del cine. Edison literalmente contrata a “policías” para que clausuren teatros, confisquen y destruyan proyectores, en caso de que se nieguen a pagarle por algo que ni siquiera él inventó, pero que astutamente patentó. De esta manera, se encuentra protegido por las leyes norteamericanas quienes también salen ganando con este negocio. Como puede ver, amigo lector, todo el bussines inicia, es avalado por Estados Unidos, y para ellos mismos. Todo queda in home.
La manera simple de contar historias o mostrar imágenes en movimiento, en aquel entonces pasa a segundo término, cediéndole su lugar al interés económico que ahora impera en la industria del cine. La guerra de patentes duró diez años. Terminó cuando nueve compañías decidieron formar la Compañía de Patentes de Imágenes en Movimiento (Motion Picture Patents Company). Pero ahí no terminó esta historia, Edison se une a otras productoras y crea la Trust. Este grupo poseía las patentes tanto norteamericanas como europeas. Como contraparte nace la IMP (Independent Motion Picture), quien, a grandes rasgos, “rescata” al cine del monopolio de Edison; sin embargo, de la IMP surge la Paramount, la Fox, la Warner, y demás productoras que ahora lideran la industria occidental. Así, amigo lector, haciendo a un lado a los franceses, nace el monopolio estadounidense que reina en nuestras salas cinematográficas, que maneja nuestras películas y que nos dicta lo que podemos ver en la pantalla grande de nuestro país y de buena parte del mundo. Aunque como fanáticos al cine no podemos rebatir la historia, por lo menos, podemos estar seguros que sin Hollywood, sin Estados Unidos, sin Tomas Alva Edison, la industria del cine occidental, hubiera sido otra cosa. Y debemos tener en cuenta que Francia fue la cuna de lo que ahora nos emociona de tantas maneras, de lo que ahora apasiona a tantas personas, del gran monstruo de sueños que comienza al apagar las luces y abrir los sentidos, del cine.