jueves, 19 de junio de 2008

Remembranzas llevadas a la pantalla grande, fórmulas seguras de éxito




Desde hace algunos años, se han adaptado al cine muchísimos comics. El negocio para los productores es bastante jugoso ya que estas películas abarcan a un tipo de público bastante amplio. Los interesados en ver estos filmes somos tanto los que crecimos con esas series televisivas, o historietas impresas, como los jóvenes y niños que conocen al personaje o personajes, gracias a las imágenes en movimiento.
Precisamente hoy en día, en la cartelera de nuestra sala de cine más cercana, podemos observar a El increíble Hulk (The incredible Hulk, 2008), dando saltos y aplastando tanques militares. Esta segunda entrega de el hombre verde de Marvel fue el mayor éxito taquillero del pasado fin de semana, recaudando 54.5 millones de dólares en Estados Unidos, debido a que causó una gran expectativa la personificación de Edward Norton como Bruce Banner, el alter ego de Hulk, aunado a la enorme promoción que los norteamericanos siempre le brindan a sus superproducciones. Tal es la dimensión del monopolio y proyección mercadológica cinematográfica de nuestros vecinos del norte que, aunque la India es la mayor productora de películas a nivel mundial, el 80% de la oferta en las salas cinematográficas alrededor del orbe, pertenece a Estados Unidos.
Últimamente Hollywood nos ha bombardeado con largometrajes de superhéroes, sin embargo, la lista de caricaturas (como les decimos en México a las series animadas) llevadas a la pantalla grande no se limita únicamente a los comics de Marvel o DC. Podemos recordar, por ejemplo, a la serie de dibujos animados El Inspector Gadget, que se transmitió en nuestro país a mediados de los años ochenta. Dicha caricatura no tuvo referencia impresa, fue a partir del éxito de la serie animada que se decidió hacer la película. El largometraje vio la luz en 1999 de la mano del director David Kellogg y arropada por Disney. Por supuesto, la película fue todo un éxito taquillero. En 2003 se lanzó El Inspector Gadget 2, también producida por Disney pero no tuvo la misma aceptación en taquilla.
Hubo otra caricatura bien aceptada por la juventud de 1981 hasta principios de los años noventa, y que hasta se tornó con tintes diabólicos debido a que supuestamente las figuras promocionales (generalmente muñecos) de la serie en cuestión cobraban vida por la noche y mataban a los niños poseedores de dichos juguetes. Claro, me refiero a Los Pitufos, dibujos animados que próximamente serán llevados a la pantalla grande por parte de Columbia Pictures y Sony Pictures Animation. ¿Nos podemos imaginar a un actor interpretando a Papá Pitufo, a Pitufina o a Gárgamel? Por lo pronto, lo anterior no será problema porque este largometraje será realizado en 3D con la tecnología CGI (por sus siglas en inglés) que significa: imágenes generadas por computadora.
Pocos saben que el origen de los pitufos es belga (Les Schtroumpfs), y que su primera aparición fue en la revista del comic franco-belga Spirou, en 1958, en el episodio La flûte à six schtroumpfs (la flauta de seis pitufos), en el marco de las aventuras de Johan y Pirluit. En aquel entonces, los pitufos ni siquiera eran los protagonistas. Fue hasta 1976 cuando se realizó una animación tradicional basada en el episodio antes mencionado con los pitufos como personajes centrales. A pesar de lo anterior, la fama a nivel mundial que alcanzaron estas diminutas criaturas azules, se la deben a los productores estadounidenses Hanna-Barbera (William Hanna y Joseph Barbera), que realizaron la serie que todos recordamos.Esperemos que la adaptación al cine de los pitufos nos deje un buen sabor de boca, tal y como sucedió con la excelente intervención en la pantalla grande de Los Simpson (The Simpsons Movie, 2007); y se mantenga alejada de intentos soeces de adaptaciones tales como Garfield (Garfield: The movie, 2004 y Garfield: a tail of two kitties, 2006), que no se asemeja en lo más mínimo a la serie animada, ya que en la caricatura, el gato perezoso no movía los labios y tenía la misma proporción que los demás felinos participantes en la historia, siendo que en el filme, cualquier persona puede interpretar perfectamente lo que dice Garfield, leyendo sus labios, y tanto su imagen como su tamaño generados por computadora son totalmente desproporcionados en relación a otros gatos. Otro ejemplo deplorable de adaptación fue Supercan (Underdog, 2007), filme que se distancia barbaridades a la serie animada, tanto en la historia como en la misma personalidad de “lustrador”, el otro-yo de Supercan. Casi por lo general, Hollywood nos ha decepcionado en este tipo de adaptaciones, ¡ojalá que la película de los pitufos sea una agradable excepción!

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