


Cuando el título de una película hace referencia a un episodio histórico específico, lo primero que nos viene a la mente es precisamente el contexto histórico, valga la obligada redundancia. Si en un póster promocional leemos: 10,000 B.C. (o traducido al castellano: 10,000 A.C.), seguramente más de alguno pensará en una época prehistórica con todo lo que eso implica: flora, fauna, formas de vida, etcétera. Pero todo lo anterior se derrumba al mirar el tráiler de la nueva superproducción del director alemán Roland Emmerich, 10,000 A.C. (2008). Cavernícolas con look de ‘rastas’, con perfectas barbas de candado y hablando un impecable inglés estadounidense; tribus con vestimentas semejantes a las utilizadas en la Edad Media montadas a caballo, ¡sí, a caballo!; mamuts domesticados y un sinfín de anacronismos absurdos.
Emmerich, quien se dedica a realizar películas multimillonarias vacías de historias convincentes pero repletas de espectacularidad y buenas recaudadoras en taquilla (Soldado Universal (1992), Stargate (1994), Día de la Independencia (1996), Godzilla (1998), El Patriota (2000) y El Día Después de Mañana (2004)), se justifica a sabiendas que las críticas, incluso antes del estreno de su nueva producción, serían devastadoras. Asegura que 10,000 A.C. no está basada en la historia, “no se trata de una película histórica, es una fantasía que usa elementos de distintos períodos y culturas, para contar una buena historia, una epopeya humana”. Con lo anterior, el astuto director se lava las manos con respecto a lo negativo que podamos decir de su nueva creación, al igual que en su momento lo hizo Mel Gibson al estrenar la controversial Apocalypto (2006). Y ambos creadores tienen razón, en el sentido de que el cine es un medio para contar historias, independientemente si están apegadas a la realidad o no. No obstante a lo anterior, este tipo de filmes que tienen un público vasto, no dejan de ser susceptibles a la crítica por el atrevimiento de ubicar historias fantásticas en periodos históricos.
La trama de 10,000 A.C. es bastante simple. Un cazador predestinado a guiar a un ejército de distintas tribus a través del desierto, libra batallas con animales prehistóricos, y otros híbridos, con el objetivo de salvar a la mujer que ama de las garras de un guerrero obsesionado con ella. En el transcurso de la travesía, descubre otras civilizaciones, termina rescatando a su gran amor, y de paso, libera del yugo a miles de esclavos que se encontraban a merced de un dios terrenal que construía pirámides. Aparte de la simpleza y obviedad con la que transcurre la historia, no logra emocionar, se torna bastante lenta. Con secuencias que nos recuerdan irremediablemente a los velocirraptores de Parque Jurásico, film de Steven de Spielberg; pasando por largas caminatas en medio del desierto o la nieve al puro estilo de El Señor de los Anillos o La Brújula Dorada, y, por supuesto, Apocalypto, pero al estilo gabacho.
El director alemán radicado en Hollywood no dio una con 10,000 A.C. La cereza del pastel son las pésimas actuaciones, las que en ningún momento logran convencer. Camilla Belle le da vida a Évolet, la dichosa niña de los ojos azules por la que se desata la guerra. Belle sí es bella, eso es indudable pero su actuación contrasta con sus hermosos ojos azules, basta poner atención en la escena “dramática” de su supuesta muerte. La voz en off de Omar Sharif llega a incomodar, ya que relata situaciones que podemos ver perfectamente en pantalla. Y ya ni hablar del trabajo actoral de Steven Strait, quien personifica a D´Leh, el héroe de la película. 10,000 A.C. es una película en la que los efectos visuales y las locaciones (Nueva Zelanda, Sudáfrica, Namibia e Inglaterra) son lo único rescatable. La estampida de los mamuts se ve realmente increíble, así como algunas tomas aéreas; pero hasta ahí. Aunque no podemos esperar una película emocionante de Roland Emmerich debido al tipo de producciones que realiza, este tipo de historias son recordadas sólo treinta segundos al salir de la sala, porque al minuto, ya se olvidaron. Pero, como siempre, la mejor decisión la tiene usted.
Emmerich, quien se dedica a realizar películas multimillonarias vacías de historias convincentes pero repletas de espectacularidad y buenas recaudadoras en taquilla (Soldado Universal (1992), Stargate (1994), Día de la Independencia (1996), Godzilla (1998), El Patriota (2000) y El Día Después de Mañana (2004)), se justifica a sabiendas que las críticas, incluso antes del estreno de su nueva producción, serían devastadoras. Asegura que 10,000 A.C. no está basada en la historia, “no se trata de una película histórica, es una fantasía que usa elementos de distintos períodos y culturas, para contar una buena historia, una epopeya humana”. Con lo anterior, el astuto director se lava las manos con respecto a lo negativo que podamos decir de su nueva creación, al igual que en su momento lo hizo Mel Gibson al estrenar la controversial Apocalypto (2006). Y ambos creadores tienen razón, en el sentido de que el cine es un medio para contar historias, independientemente si están apegadas a la realidad o no. No obstante a lo anterior, este tipo de filmes que tienen un público vasto, no dejan de ser susceptibles a la crítica por el atrevimiento de ubicar historias fantásticas en periodos históricos.
La trama de 10,000 A.C. es bastante simple. Un cazador predestinado a guiar a un ejército de distintas tribus a través del desierto, libra batallas con animales prehistóricos, y otros híbridos, con el objetivo de salvar a la mujer que ama de las garras de un guerrero obsesionado con ella. En el transcurso de la travesía, descubre otras civilizaciones, termina rescatando a su gran amor, y de paso, libera del yugo a miles de esclavos que se encontraban a merced de un dios terrenal que construía pirámides. Aparte de la simpleza y obviedad con la que transcurre la historia, no logra emocionar, se torna bastante lenta. Con secuencias que nos recuerdan irremediablemente a los velocirraptores de Parque Jurásico, film de Steven de Spielberg; pasando por largas caminatas en medio del desierto o la nieve al puro estilo de El Señor de los Anillos o La Brújula Dorada, y, por supuesto, Apocalypto, pero al estilo gabacho.
El director alemán radicado en Hollywood no dio una con 10,000 A.C. La cereza del pastel son las pésimas actuaciones, las que en ningún momento logran convencer. Camilla Belle le da vida a Évolet, la dichosa niña de los ojos azules por la que se desata la guerra. Belle sí es bella, eso es indudable pero su actuación contrasta con sus hermosos ojos azules, basta poner atención en la escena “dramática” de su supuesta muerte. La voz en off de Omar Sharif llega a incomodar, ya que relata situaciones que podemos ver perfectamente en pantalla. Y ya ni hablar del trabajo actoral de Steven Strait, quien personifica a D´Leh, el héroe de la película. 10,000 A.C. es una película en la que los efectos visuales y las locaciones (Nueva Zelanda, Sudáfrica, Namibia e Inglaterra) son lo único rescatable. La estampida de los mamuts se ve realmente increíble, así como algunas tomas aéreas; pero hasta ahí. Aunque no podemos esperar una película emocionante de Roland Emmerich debido al tipo de producciones que realiza, este tipo de historias son recordadas sólo treinta segundos al salir de la sala, porque al minuto, ya se olvidaron. Pero, como siempre, la mejor decisión la tiene usted.
No hay comentarios:
Publicar un comentario