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De una película de acción, lo menos que se puede esperar es precisamente eso: acción; y aún más, si el filme está basado en un videojuego del mismo corte. Sabemos que las adaptaciones al cine ya sea de libros, series televisivas o videojuegos, generalmente suelen decepcionarnos. En este caso, el largometraje Max Payne (2008), basado en el famoso juego de video homónimo, no ha sido una excepción. El producto cinematográfico es soso de principio a fin. Y es una lástima porque el proyecto prometía bastante, tanto en lo visual como en la interpretación.
La trama es simple: a un policía (Max Payne, protagonizado por Mark Wahlberg –The departed, 2006-) le asesinan a su esposa e hijo, sin razón aparente. A partir del asesinato, Max ya no vuelve a ser el mismo, se empeña en vengar la muerte de sus seres queridos. Después de tres años de la pérdida de su familia, el asesinato de su ex compañero le da pistas para atar cabos y llegar hasta el responsable de su falta de tranquilidad. La simpleza y repetición de tópicos dentro del cine de acción en la historia de Max Payne es lo de menos. Un espectador conciente (porque los hay bastante inconcientes) lo único que pretende al ir a ver una película como esta, es una buena cantidad de balazos, muertos, golpes espectaculares, explosiones; efectos especiales pues, que despierten la imaginación, que entretengan, que le haga olvidarse de su realidad inmediata, o que la retrate de cierta manera. Pero el director responsable (más bien, irresponsable) John Moore (The Omen -La Profecía-, 2006; Flight of the Phoenix -El Vuelo del Fénix-, 2004), recordó que estaba filmando una historia de acción hasta la mitad de la misma.
Hay una escena muy a la Matrix (1999), en la que Max Payne es casi alcanzado por una bala, pero como buen héroe de celuloide, la esquiva de una manera espectacular; lo peor es que el momento es tan a detalle que tranquilamente pude haber ido a la dulcería del cine por dos kilos de palomitas, unos nachos, prepararme un hot dog y regresar sin que la bala hubiera terminado de pasar. La escena es lenta, ¡lentísima! Al igual que unas dos o tres más. Me pregunto, ¿qué pasó por la mente de John Moore y de los productores Julie Yorn y Scott Faye al hacer una película tan poco provocadora de emociones? Pero bueno, creo que la respuesta es sencilla: hacer un producto palomitero sin que llegase a algo más, sin aportar nada al pobre mundo del cine de acción, porque lo único que importa en este tipo de industria es llevarse unos buenos billetes al bolsillo. Y vaya que lo están logrando. En su primer fin de semana de estreno, únicamente en Estados Unidos y Canadá, se posicionó como la más taquillera recaudando 18 millones de dólares. Y lo que le falta.
En lo que respecta al histrionismo, Mark Wahlberg y compañía no pueden hacer nada más por el filme. Vamos, los actores no tienen la culpa de que sus intervenciones, en ocasiones, hayan sido tan absurdas y poco creíbles. Mila Kunis, quien interpreta a la mafiosa Mona Sax, no puede imprimirle esa personalidad ruda que necesitaba su personaje, y es comprensible porque, a pesar de tener unos 10 largometrajes en su haber, la recordamos únicamente como Jackie en That ‘70s Show; y qué decir del hip-hopero Ludacris interpretando al sargento Jim Bravura, es tan mal actor que sospecho que pasó por la escuela de actuación del CEA. El único que sorprende con su trabajo es Chris O’Donnell (Batman and Robin, 1997).
Lo único rescatable de la película es su ambientación por momentos bien lograda. Se asemeja bastante al corte clásico del cine negro, como fue la intención inicial de los creadores del videojuego. Además de lo anterior, Max Payne no logra nada, no aporta nada al cine de acción. Y por supuesto que este cine no está peleado con las buenas historias más allá de los efectos especiales, basta recordar la maravillosa V for Vendetta (V de Venganza, 2006).Algunas expectativas eran que visualmente tendría algo que ver con Constantine (2005), cosa que obviamente no logró; también se equiparó con Sin City (2005), quedándose muy lejos; pero lo más absurdo fue la comparación del propio director con Matrix, ¿acaso estaba bromeando cuando se atrevió a decir esa barbaridad? Únicamente como dato por si tienen el valor de ir a ver Max Payne, y más aún, de aguantar toda la película, después de los créditos hay una escena extra que, aunque no es trascendental, forma parte de la historia.
La trama es simple: a un policía (Max Payne, protagonizado por Mark Wahlberg –The departed, 2006-) le asesinan a su esposa e hijo, sin razón aparente. A partir del asesinato, Max ya no vuelve a ser el mismo, se empeña en vengar la muerte de sus seres queridos. Después de tres años de la pérdida de su familia, el asesinato de su ex compañero le da pistas para atar cabos y llegar hasta el responsable de su falta de tranquilidad. La simpleza y repetición de tópicos dentro del cine de acción en la historia de Max Payne es lo de menos. Un espectador conciente (porque los hay bastante inconcientes) lo único que pretende al ir a ver una película como esta, es una buena cantidad de balazos, muertos, golpes espectaculares, explosiones; efectos especiales pues, que despierten la imaginación, que entretengan, que le haga olvidarse de su realidad inmediata, o que la retrate de cierta manera. Pero el director responsable (más bien, irresponsable) John Moore (The Omen -La Profecía-, 2006; Flight of the Phoenix -El Vuelo del Fénix-, 2004), recordó que estaba filmando una historia de acción hasta la mitad de la misma.
Hay una escena muy a la Matrix (1999), en la que Max Payne es casi alcanzado por una bala, pero como buen héroe de celuloide, la esquiva de una manera espectacular; lo peor es que el momento es tan a detalle que tranquilamente pude haber ido a la dulcería del cine por dos kilos de palomitas, unos nachos, prepararme un hot dog y regresar sin que la bala hubiera terminado de pasar. La escena es lenta, ¡lentísima! Al igual que unas dos o tres más. Me pregunto, ¿qué pasó por la mente de John Moore y de los productores Julie Yorn y Scott Faye al hacer una película tan poco provocadora de emociones? Pero bueno, creo que la respuesta es sencilla: hacer un producto palomitero sin que llegase a algo más, sin aportar nada al pobre mundo del cine de acción, porque lo único que importa en este tipo de industria es llevarse unos buenos billetes al bolsillo. Y vaya que lo están logrando. En su primer fin de semana de estreno, únicamente en Estados Unidos y Canadá, se posicionó como la más taquillera recaudando 18 millones de dólares. Y lo que le falta.
En lo que respecta al histrionismo, Mark Wahlberg y compañía no pueden hacer nada más por el filme. Vamos, los actores no tienen la culpa de que sus intervenciones, en ocasiones, hayan sido tan absurdas y poco creíbles. Mila Kunis, quien interpreta a la mafiosa Mona Sax, no puede imprimirle esa personalidad ruda que necesitaba su personaje, y es comprensible porque, a pesar de tener unos 10 largometrajes en su haber, la recordamos únicamente como Jackie en That ‘70s Show; y qué decir del hip-hopero Ludacris interpretando al sargento Jim Bravura, es tan mal actor que sospecho que pasó por la escuela de actuación del CEA. El único que sorprende con su trabajo es Chris O’Donnell (Batman and Robin, 1997).
Lo único rescatable de la película es su ambientación por momentos bien lograda. Se asemeja bastante al corte clásico del cine negro, como fue la intención inicial de los creadores del videojuego. Además de lo anterior, Max Payne no logra nada, no aporta nada al cine de acción. Y por supuesto que este cine no está peleado con las buenas historias más allá de los efectos especiales, basta recordar la maravillosa V for Vendetta (V de Venganza, 2006).Algunas expectativas eran que visualmente tendría algo que ver con Constantine (2005), cosa que obviamente no logró; también se equiparó con Sin City (2005), quedándose muy lejos; pero lo más absurdo fue la comparación del propio director con Matrix, ¿acaso estaba bromeando cuando se atrevió a decir esa barbaridad? Únicamente como dato por si tienen el valor de ir a ver Max Payne, y más aún, de aguantar toda la película, después de los créditos hay una escena extra que, aunque no es trascendental, forma parte de la historia.