jueves, 23 de octubre de 2008

Max Payne, ¿en dónde quedó la acción?







De una película de acción, lo menos que se puede esperar es precisamente eso: acción; y aún más, si el filme está basado en un videojuego del mismo corte. Sabemos que las adaptaciones al cine ya sea de libros, series televisivas o videojuegos, generalmente suelen decepcionarnos. En este caso, el largometraje Max Payne (2008), basado en el famoso juego de video homónimo, no ha sido una excepción. El producto cinematográfico es soso de principio a fin. Y es una lástima porque el proyecto prometía bastante, tanto en lo visual como en la interpretación.
La trama es simple: a un policía (Max Payne, protagonizado por Mark Wahlberg –The departed, 2006-) le asesinan a su esposa e hijo, sin razón aparente. A partir del asesinato, Max ya no vuelve a ser el mismo, se empeña en vengar la muerte de sus seres queridos. Después de tres años de la pérdida de su familia, el asesinato de su ex compañero le da pistas para atar cabos y llegar hasta el responsable de su falta de tranquilidad. La simpleza y repetición de tópicos dentro del cine de acción en la historia de Max Payne es lo de menos. Un espectador conciente (porque los hay bastante inconcientes) lo único que pretende al ir a ver una película como esta, es una buena cantidad de balazos, muertos, golpes espectaculares, explosiones; efectos especiales pues, que despierten la imaginación, que entretengan, que le haga olvidarse de su realidad inmediata, o que la retrate de cierta manera. Pero el director responsable (más bien, irresponsable) John Moore (The Omen -La Profecía-, 2006; Flight of the Phoenix -El Vuelo del Fénix-, 2004), recordó que estaba filmando una historia de acción hasta la mitad de la misma.
Hay una escena muy a la Matrix (1999), en la que Max Payne es casi alcanzado por una bala, pero como buen héroe de celuloide, la esquiva de una manera espectacular; lo peor es que el momento es tan a detalle que tranquilamente pude haber ido a la dulcería del cine por dos kilos de palomitas, unos nachos, prepararme un hot dog y regresar sin que la bala hubiera terminado de pasar. La escena es lenta, ¡lentísima! Al igual que unas dos o tres más. Me pregunto, ¿qué pasó por la mente de John Moore y de los productores Julie Yorn y Scott Faye al hacer una película tan poco provocadora de emociones? Pero bueno, creo que la respuesta es sencilla: hacer un producto palomitero sin que llegase a algo más, sin aportar nada al pobre mundo del cine de acción, porque lo único que importa en este tipo de industria es llevarse unos buenos billetes al bolsillo. Y vaya que lo están logrando. En su primer fin de semana de estreno, únicamente en Estados Unidos y Canadá, se posicionó como la más taquillera recaudando 18 millones de dólares. Y lo que le falta.
En lo que respecta al histrionismo, Mark Wahlberg y compañía no pueden hacer nada más por el filme. Vamos, los actores no tienen la culpa de que sus intervenciones, en ocasiones, hayan sido tan absurdas y poco creíbles. Mila Kunis, quien interpreta a la mafiosa Mona Sax, no puede imprimirle esa personalidad ruda que necesitaba su personaje, y es comprensible porque, a pesar de tener unos 10 largometrajes en su haber, la recordamos únicamente como Jackie en That ‘70s Show; y qué decir del hip-hopero Ludacris interpretando al sargento Jim Bravura, es tan mal actor que sospecho que pasó por la escuela de actuación del CEA. El único que sorprende con su trabajo es Chris O’Donnell (Batman and Robin, 1997).
Lo único rescatable de la película es su ambientación por momentos bien lograda. Se asemeja bastante al corte clásico del cine negro, como fue la intención inicial de los creadores del videojuego. Además de lo anterior, Max Payne no logra nada, no aporta nada al cine de acción. Y por supuesto que este cine no está peleado con las buenas historias más allá de los efectos especiales, basta recordar la maravillosa V for Vendetta (V de Venganza, 2006).Algunas expectativas eran que visualmente tendría algo que ver con Constantine (2005), cosa que obviamente no logró; también se equiparó con Sin City (2005), quedándose muy lejos; pero lo más absurdo fue la comparación del propio director con Matrix, ¿acaso estaba bromeando cuando se atrevió a decir esa barbaridad? Únicamente como dato por si tienen el valor de ir a ver Max Payne, y más aún, de aguantar toda la película, después de los créditos hay una escena extra que, aunque no es trascendental, forma parte de la historia.

jueves, 16 de octubre de 2008

Un ensayo cinematográfico sobre la ceguera





Las novelas adaptadas al cine generalmente son decepcionantes. Los motivos pueden ser muchos: el intento fallido de contextualización de determinada historia; el nulo consentimiento del autor, que a veces resulta hasta en molestia; las dificultades para englobar la mayoría de los detalles del texto al lenguaje cinematográfico; la interpretación pueril del director del filme, y así puedo enumerar muchos más. Por lo anterior, resulta sorprendente cuando una adaptación llega a ser “fiel” a la novela. Y aún más loable es cuando se trata de una obra excepcional de un autor tan hermético en este sentido. Me refiero a la adaptación del libro del ganador del premio Nobel de Literatura en 1998, José Saramago: Ensayo sobre la ceguera, llevada al cine por el director brasileño Fernando Meirelles (Cidade de Deus -Ciudad de Dios- 2002 y The Constant Gardener –El Jardinero Fiel- 2005). A pesar de que la obra se escribió originalmente en portugués, y que el rodaje se realizó en Sao Pablo, Brasil; Toronto, Canadá; y Montevideo, Uruguay; Meirelles decidió filmarla en inglés, obviamente con fines comerciales, y la bautizó como Blindness (Ceguera, 2008).
Antes de su estreno oficial, que se llevó a cabo en el Festival de Cannes el pasado 14 de mayo de 2008, Saramago miró la película junto con Meirelles en una proyección privada en Lisboa Portugal. Al director nominado al Oscar en 2004, le preocupaba mucho más la aceptación del escritor portugués que los comentarios de la crítica. Al terminar la función, José Saramago afirmó “está aprobada (…). La adaptación está muy bien hecha”. Palabras que le quitaron un peso de encima al director. A pesar de la satisfacción del propio autor por la adaptación de su obra, el filme no convenció a la crítica en Cannes, la cual, calificó al guión como “poco sutil y previsible”, y a su banda sonora como “inadecuada”. A pesar de lo anterior, la misma crítica aplaudió el trabajo técnico, el aspecto visual y las actuaciones realizadas por sus protagonistas, Julianne Moore (The Forgotten –Misteriosa Obsesión- 2004) Mark Ruffalo (Zodiac, 2007) y Gael García Bernal (El Pasado, 2006).
Entrando en materia, la película trata de una epidemia de ceguera que se esparce a todo el mundo, provocando el caos y sacando a relucir lo peor y lo mejor de los seres humanos en una situación límite, o en palabras del propio Meirelles, “es una alegoría sobre la fragilidad de la civilización”. Y es tan frágil nuestra civilización que tanto en Blindness como en The Happening (2008) podemos ver que hay cosas que simplemente suceden, que no tienen explicación pero que marcan a todo el mundo de alguna u otra manera. Afortunadamente, tuve la oportunidad de leer la obra antes de ver la película y, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que es una excelente adaptación, que los lugares y personajes que describe magistralmente Saramago (el hospital abandonado, el caos en las calles, la muchacha de las gafas oscuras o el perro de las lágrimas) son perfectamente materializados. Por otro lado, comparto la opinión de la crítica de Cannes con respecto a la banda sonora realizada por Marco Antonio Guimaraes, ya que no tiene un peso determinante en la historia. Al terminar de ver la película, uno no recuerda la música sino las situaciones, los lugares y los personajes, que los hay tanto entrañables (Danny Glover, viejo con una venda negra cubriéndole un ojo) como repudiados (Gael García Bernal, Jefe del pabellón número tres).
Julianne Moore, quien interpreta a la esposa del doctor, lleva todo el peso de la historia, ya que es la única persona que ve en un mundo de ciegos. Simplemente está perfecta en su personaje. Mark Ruffalo, el doctor, también está muy acertado en su trabajo, al igual que Alice Braga (la muchacha de las gafas oscuras). Hago una mención especial a Gael García Bernal, quien sobresale de manera estupenda en su personaje de villano, que a pesar de su relativamente corta participación en la historia, logra desarrollar su personaje de una manera excepcional. Las locaciones son perfectas, se logra ambientar la historia en una ciudad que parece tanto de Estados Unidos, de Oriente o de Europa, llegando con esto, al igual que en la novela, a imprimir ese sentido universal a la historia, no situarla pues, en algún punto del mundo, sino en cualquier lugar. Este detalle tan cuidado no es fortuito, más bien fue una condición de Saramago para poder ceder los derechos de su obra, él le pidió a Meirelles que no ubicara su historia en una ciudad específica, y a bien, se logró el objetivo.
Además de generar críticas dispares, el filme también acarreó protestas. La Federación Nacional de Ciegos, la mayor organización de invidentes de Estados Unidos, realizó manifestaciones públicas de repudio en contra de Blindness en el exterior de salas cinematográficas en donde se estrenó la película en el país vecino. El motivo fue porque, según ellos, el largometraje retrata a los ciegos como depravados. Claro que este intento de boicot, sólo aviva el morbo de la gente y la impulsa a ir corriendo a ver la película.

Al terminar de ver el filme me pregunté si el autor del libro tuvo algo que ver con la adaptación, con el guión o si simplemente estuvo como espectador-supervisor durante el rodaje, ya que, la mayoría de los escenarios literarios convertidos en imagen, dan la impresión de que fueron concebidos por la misma mente, sin embargo, Saramago se mantuvo al margen en toda la filmación. Esto le da un mayor mérito a Meirelles quien realizó un trabajo maravilloso. A pesar de las críticas negativas, el producto cinematográfico es muy bueno, vale mucho la pena ver en la pantalla grande Blindness, la cual, gracias a que la distribuidora estadounidense Focus Features compró los derechos del filme para su distribución a nivel mundial, ya la tenemos en las salas de cine de nuestro país.

jueves, 9 de octubre de 2008

Una de zombies españoles: [REC]





España está viva en el terreno del cine de horror no sólo gracias al multigalardonado Guillermo del Toro, que aunque es mexicano, ha sobresalido con películas producidas o ambientadas en la Madre Patria (El espinazo del diablo, 2001; El orfanato, 2007, de la cual, sólo es productor), sino por otros realizadores que no son conocidos internacionalmente ya que, como casi siempre, las distribuidoras estadounidenses no se interesan por este tipo de cintas. Y como es bien sabido, si Estados Unidos no decide apoyar a determinada película, nunca tendrá una debida proyección comercial a nivel mundial.
Dos jóvenes directores y guionistas del cine de horror español son Paco Plaza (Romasanta. La caza de la bestia, 2004) y Jaume Balagueró (Frágiles, 2005), quienes han apostado por este género, realizando películas bastante decentes. En el año 2006, decidieron aliarse para escribir un guión y dirigir una película de terror no convencional; el resultado fue [REC] (2007).
Es voz del propio Paco Plaza, “la idea era hacer una película de terror que implicara al mismo espectador. Vemos muchas películas en las que somos conscientes de que se trata de una ficción (por los actores, la música…). Queríamos romper un poco con eso y recurrimos al lenguaje de televisión, que parece más veraz”. Y para la crítica en general, lo consiguieron.
La película se trata de una reportera y su camarógrafo quienes se encuentran realizando un reportaje sobre la profesión, estilo de vida y situaciones de riesgo por las que pasan unos bomberos barceloneses. Todo parece rutinario, hasta que reciben una llamada de auxilio, se dirigen hacia un edificio en el que aparentemente sólo tienen que ayudar a una mujer que sufre de algo así como histeria, pero al entrar al cuarto de la mujer, todo cambia. Sucesos inexplicables. Sangre. Gritos. Desesperación. Todo enmarcado en un hermetismo total, alimentado por el gobierno español, quien decide poner en cuarentena al inmueble, sin importar quienes se encuentren dentro del mismo. Hasta aquí, el manejo de la trama es excepcional, fuera de los típicos recursos del cine de horror, con un ritmo excelente que lleva de la mano al espectador a realizarse preguntas sin respuesta (como todo buen thriller psicológico). No hay nada claro, y eso precisamente es el gran acierto del filme. Por un lado, el tipo de realización, lo que se conoce como falso-documental (muy al estilo de El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999)), en el que el punto de vista de casi toda la película, es a través del objetivo del camarógrafo; esto, aunado a la falta de música, le imprime un realismo estupendo.
Sólo hay un pequeño error secuencial, que puede pasar desapercibido y perdonado si tomamos en cuenta que el producto es bueno, sin embargo, tengo que señalarlo. La pifia se da en una toma directa cuando entrevistan a uno de los enclaustrados en el edificio, mientras se escucha su voz, hay un corte y acercamiento a uno de los muertos; la voz continua; corte y regreso al entrevistado; mientras estos pequeños cortes se dan, la voz no deja de escucharse. Error de edición que, para mi punto de vista, desmorona toda la cierta credibilidad que venía alimentado la película. Claro que este microscópico descuido, no demerita la intención bien lograda del filme.
Tan buena es la película, que Hollywood se dio cuenta de su potencial económico incluso antes de su estreno en España, cuando Screen Gems (división de Sony Pictures Entertainment) decidió comprar sus derechos para realizar un remake al estilo gabacho, que llamará Quarantine, y se estrenará en este mes de octubre de 2008, en Estados Unidos. El trailer del ‘refrito’ estadounidense ya se encuentra en la web, y a juzgar por las imágenes, está muy lejos de la película española, sin embargo, estoy seguro que tendrá una buena aceptación en taquilla.A pesar de que [REC] tiene un par de escenas que rayan en lo ridículo (como cuando la niña es descubierta como portadora del virus), rompe con algunos convencionalismos del cine de horror y utiliza otros que, prácticamente, resulta imposible dejar de lado cuando se aborda este tipo de cine (como el uso de los gritos, los claroscuros, los ‘monstruos’, en este caso, zombies). En general, es muy recomendable ver esta cinta, ya que tranquilamente cumple con su objetivo: asusta e inquieta. Y más allá de lo anterior, tomando en cuenta que el mundo del cine de terror actual se encuentra sitiado por remakes de filmes orientales, se agradece una buena película de habla hispana de dicho género. Claro, sin olvidar la nula aportación de México en este sentido, que se vanagloria con un Km 31 (2006) por ser una buena recaudadora en taquilla, pero que no aporta absolutamente nada; simplemente es una compilación de escenas y personajes de otros filmes de horror, aludiendo claramente a: Sé lo que hicieron el verano pasado (I know what you did last summer, 1997); El aro (The ring, 2002); hasta prácticamente parodiar a El espinazo del diablo (2001).