jueves, 24 de julio de 2008

El Caballero de la Noche, la mejor película del Hombre Murciélago




Hablar bien de la más reciente película del director inglés Christopher Nolan, Batman, The Dark Knight (Batman, El caballero de la noche, 2008) sería redundar en lo que sabemos los que ya tuvimos oportunidad de verla, que simplemente es una obra maestra. Sin embargo, no puedo dejar de alabar el genio de Nolan, quien nuevamente trabajó con su hermano menor Jonathan Nolan, con el que ya había colaborado en el filme de culto Memento (Amnesia, 2000).
La ambientación del filme es estupenda, regresa a la oscuridad impresa por Burton en las dos primeras entregas del Hombre Murciélago (Batman, 1989 y Batman Returns, 1992); los efectos en las escenas de acción están muy bien cuidados; en lo que respecta a las actuaciones, hay un lado bastante flaco. Nolan no dio una en la selección de la actriz responsable de darle vida a Rachel Dawes, la eterna enamorada de Bruce Wayne. Si en Batman Begins (Batman inicia, 2005), Katie Holmes no pudo con el personaje, ahora a la actriz Maggie Gyllenhall (Stranger than fiction, 2006; Mona Lisa smile, 2003) le quedó enorme; su corta pero significativa intervención es completamente insípida. Afortunadamente, en El caballero de la noche, Nolan decidió darle un giro dramático al personaje de Rachel Dawes. Esperemos que de esta manera se quite ese mal estigma.
Las interpretaciones de Michael Caine (Alfred), Gary Oldman (teniente Gordon), Aaron Eckhart (Harvey Dent, Dos Caras) y Morgan Freeman (Lucius Fox, el presidente de Wayne Enterprises), son muy buenas. Y ni que decir de Bruce Wayne y su alter-ego, encarnado por Christian Bale quien se ha ganado a pulso el mote de El Perfecto Batman, con perdón de Michael Keaton.
El caballero de la noche nos regala escenas memorables extendiendo sus alas para volar entre edificios en plena oscuridad de Ciudad Gótica; sorteando obstáculos con el objetivo de alcanzar a sus enemigos montado en la “bati-moto”, o simplemente desapareciendo en lo más hondo de un callejón entre sábanas transparentes de humo, dejando atrás una tenue estela de polvo y su silueta tatuada en la pupila del espectador inmutado ante aquella alegoría del miedo. Pero más allá de Batman, más allá de sus seis aventuras cinematográficas, más allá de todos sus enemigos (Dos caras, El Pingüino, El Acertijo, etcétera) está su emblemática antítesis, su eterno contrario: El Guasón (The Joker).
Es irremediable comparar al Guasón interpretado en 1989 por Jack Nicholson (The Departed, 2006; The Shining, 1980; Chinatown, 1974) con el de Heath Ledger (Brokeback Mountain, 2006; Ned Kelly, 2006; A Knight’s Tale, 2001). Ambas actuaciones son excelentes, sin embargo, si nos centramos en una estricta comparación de dichas caracterizaciones, Ledger se lleva a Nicholson por mucho. Cada segundo que aparece a cuadro el Guasón en el filme de Nolan, es estupendo. Ledger logró adentrarse tanto en el personaje que hasta el brillo de sus ojos es distinto y le regaló características antológicas; tics como el de sacar la lengua de vez en vez; el tono de voz es entre ácido y misterioso pero con un toque de demencia; la forma de caminar como trastabillando; las carcajadas que seguramente no dejarán dormir a más de uno; la mirada profundamente sicótica y ya ni hablar del maquillaje y el cabello que le da esa similitud tanto legendaria (por las tragedias tan conocidas) como oscura, con El Cuervo (The Crow, 1994).
Tampoco podemos dejar de comparar Batman de Tim Burton, con The Dark Knight. Hay escenas casi idénticas. Primer ejemplo: en la película Batman, el Guasón irrumpe una reunión de mafiosos de Ciudad Gótica para presentarse y termina matando a uno de ellos; en El caballero de la noche, el Guasón hace lo mismo, aunque el motivo es distinto. Segundo ejemplo: en Batman, después del desfile, el Hombre Murciélago se aproxima en el “bati-avión” y el Guasón lo reta con los brazos abiertos justo en medio de la calle; en El caballero de la noche, el Guasón hace lo mismo, la diferencia radica en que Batman ahora viene en la “bati-moto”. Tercer ejemplo: en Batman, el Guasón irrumpe en una fiesta de alta alcurnia celebrada por Bruce Wayne; en El caballero de la noche, sucede lo mismo. A pesar de que es evidente la referencia de la obra de Burton en la de Nolan, en conjunto The Dark Knight difiere bastante de la primera película de Batman. Batman, El caballero de la noche, es un thriller estrepitoso, de esos que de principio a fin nos mantienen al filo del asiento, con escenas y frases que indiscutiblemente ya forman parte de la historia del cine.

jueves, 17 de julio de 2008

Los robots también sienten: Wall-E




¿Es posible que una máquina, que un conjunto de engranes, que un artilugio frío por dentro y por fuera, posea la cualidad humana de sentir, de emocionarse o aún más, de enamorarse? Si respondemos esta interrogante utilizando una estricta lógica, obviamente la réplica sería un contundente: no. Sin embargo, en el cine todo se puede volver realidad.
En 1986, el director John Badham nos trajo el entrañable filme Corto Circuito (Short Circuit). En esta película se cuenta la historia de Johnny-5. La trama comienza con el invento de un robot creado con fines pacíficos pero con cualidades para la milicia estadounidense. En la presentación del prototipo, el modelo “número 5” es afectado por un rayo y como por arte de magia (como sólo en el cine puede suceder) deja de ser un invento militar para convertirse en un androide con cualidades humanas que se robó el corazón de miles de espectadores. Para 1988, se estrena la secuela de las aventuras del tierno Johnny-5: Corto Circuito 2 (Short Circuit 2). Este largometraje es un innegable referente para que veinte años después, Pixar realizara Wall-E (2008).
A Wall-E lo podemos comparar con Johnny-5 tanto en lo estético como en la “manera de ser”. Ambos caminan gracias a una bandas semejantes a las utilizadas por los tanques militares; su rostro es prácticamente igual; pero lo más importante de todo (en ambos casos) es la expresividad de sus ojos, que con un sencillo cambio de posición y una casi imperceptible variación en la brillantez de su mirada, logra transmitir fehacientemente el estado de ánimo en el que se encuentra. Una de las cualidades de Johnny-5 es su peculiar forma de hablar; en este sentido, Wall-E se diferencia debido a que sólo emite sonidos mecánicos y una que otra palabra cual si fuese un niño que apenas comienza a balbucear.
La película Wall-E nos cuenta la historia futurista de un robot fabricado para limpiar la Tierra que, dentro de la monotonía de su labor, se da cuenta que le gusta el baile, que se maravilla con artefactos utilizados por humanos como por ejemplo un encendedor o un cubo de rubik. En el trajín de su vida diaria sus sentimientos se expanden al conocer al robot explorador Eva (Eve), del cual se enamora a primera vista y libra divertidas y enternecedoras aventuras. Pero Wall-E es más que una historia de amor; es una mirada al sedentarismo en el cual nos tiene inmerso la practicidad de la vida moderna; es una visión de lo que puede llegar a convertirse nuestro planeta gracias a nuestra inconciencia ecológica; es una llamada de atención principalmente a los gobiernos de los países que más contaminan (a Estados Unidos, en primer lugar, recordando que ni siquiera le convino firmar el Protocolo de Kioto) para que hagan algo al respecto.
El cine es un poderoso medio para crear conciencia y siempre será reconocible que productoras tan importantes como Pixar utilicen sus recursos para contar historias con mensajes positivos, a pesar de que su fin primordial sea la recaudación en taquilla.

jueves, 10 de julio de 2008

Gael García nos cuenta una historia con Déficit




Gael García Bernal ha incursionado como actor en muchas películas verdaderamente memorables. Desde Amores perros (2000), pasando por Y tu mamá también (2001), Diarios de motocicleta (2004), La ciencia del sueño (2006), entre otras. Varios largometrajes han destacado en el mundo del cine por distintos factores; por un lado, ha sobresalido la importancia histórica-contextual de la realización de determinada producción (por ejemplo, Fidel, 2002), y por otro, ha brillado más la controversia que el hecho de ser una buena película (El Crimen del Padre Amaro, 2002). Sin embargo a lo anterior, la buena calidad histriónica de Gael García se ha hecho valer por sí misma, llevándolo a trabajar con uno de los directores más prolíficos y controversiales del cine español contemporáneo: Pedro Almodóvar Caballero, a quien le debe una de sus mejores actuaciones interpretando a Ignacio, a la travesti Zahara y a Juan en la excelente La mala educación (2004).
La carrera actoral de García Bernal ha ido en ascenso, y al parecer, así seguirá debido a que es muy selectivo con las historias en las que participa y con los directores con los que decide trabajar. Por todo lo anterior, aunado a su carrera de productor cinematográfico a través de Canana Films, compañía que fundó con su amigo Diego Luna, la ópera prima del joven actor causó gran expectativa en México y el mundo. Déficit (2008) por fin llegó a las salas cinematográficas de todo México, presentándose en escenarios como el 5º Festival Internacional de Cine de Morelia, y Cannes en 2007. Lamentablemente, su primer trabajo como director dejó mucho que desear.
En palabras del propio Gael, Déficit trata del “ninguneo de los ricos a los pobres, cómo la servidumbre de la casa se esconde y se ningunea sí misma, cómo los personajes están en búsqueda de una sola acción buena que los haga sentir que su existencia tiene valor y cómo es que en el camino la riegan”. A pesar de que la premisa es interesante, no logró plasmarla de una manera efectiva en la pantalla grande, el lenguaje cinematográfico es tan pobre que no logra llegar a un clímax importante en todo el filme. Comienza con buen ritmo pero a la mitad de la historia, decae totalmente y termina llevando a rastras al espectador hasta el final de la historia.
Lo curioso de la ópera prima de García Bernal, es la nada creíble actuación del propio director, quien interpreta a Cristóbal, el personaje principal. La personificación resulta en partes sobreactuada, debido a que por momentos olvida el característico modo de hablar “fresa”, supuestamente inherente a Cristóbal. Esto nos hace preguntarnos si como director es buen actor, o si sus mejores actuaciones se deben al manejo de los directores que lo empujan a realizar un buen trabajo, o si de plano no es capaz de llevar a cabo una actuación decente sin una batuta externa.
A pesar de que recibió la asesoría de algunos directores experimentados (Michel Gondry, La ciencia del sueño), no se logró el objetivo: contar una historia que transmitiera algo. Debido a que toda la trama se desarrolla dentro de un solo espacio, una casa de Tepoztlán, y buena parte de ella es por la noche, la iluminación no ayuda; hay secuencias en las que se pierde totalmente la profundidad de campo, es decir, no se distingue lo que hay detrás de los personajes. Los demás actores tampoco se destacan, quedan simplemente como actores secundarios sin un peso importante dentro de la historia, con excepción de Tenoch Huerta, quien encarna al jardinero de nombre Adán, que a pesar de no tener una actuación para recordar, es de lo menos peor en la película. Como reza el dicho, “echando a perder se aprende”, esperemos que en la próxima osadía de Gael García Bernal en la dirección de un largometraje, corrija muchos de los errores en los que visiblemente cayó con Déficit.