martes, 7 de abril de 2009

Un Presagio a medias




Presagio (Knowing, 2009) es el nuevo trabajo del director de cine Alex Proyas. El estreno causó mucha expectativa debido a que algunos de los filmes anteriores del realizador egipcio se han convertido en cintas de culto, creando verdaderos fanáticos alrededor del orbe. Tal es el caso de Dark City (1998), aquella oscura historia protagonizada por Kiefer Sutherland, la cual se alzó con varias nominaciones y galardones por todo el mundo. Pero la más recordada sin duda alguna es El Cuervo (The Crow, 1994), está por demás ventilar las razones de su éxito no perecedero.
A pesar de que no tuvo una suficiente y acertada difusión (en un póster promocional sólo se colocó la referencia “from the director of I, robot”), Presagio nos auguraba un filme de ficción oscuro, o neo-noir, a juzgar por sus trailers y pósters. La cinta contó con otro importante gancho taquillero, el maleable Nicholas Cage (Snake eyes, 1998; Adaptation, 2002) como protagonista. Sin embargo, al día de hoy no ha obtenido la respuesta deseada en taquilla.
La historia escrita por Ryne Douglas Pearson, trata sobre una serie de catástrofes mundiales presagiadas por una estudiante de primaria de nombre Lucinda (Lara Robinson), plasmadas en una serie de números, los cuales, 50 años después llegan a las manos del niño Caleb Koestler (Chandler Canterbury), gracias a una cápsula del tiempo (¡sí, a una cápsula del tiempo!). Esos números fueron dictados por unas voces extraterrestres que existían sólo en la cabeza de Lucinda, y ahora, en la de Caleb. Caleb es hijo de John Koestler (Cage) un profesor universitario de astrofísica, quien se topa con la cuantía y en una noche, y un poco más, descifra el mensaje oculto. John se da a la tarea de prevenir al mundo de su inminente fin.
Proyas, antes realizador de videos musicales de artistas como Sting e INXS, logra imprimir su sello característico en el uso de claroscuros y colores neutros a lo largo del filme. También maneja muy bien el thriller de suspenso pero sólo hasta la tercera parte de la película, en la que la obviedad aunada a una utopía de alcances bíblicos, se apodera incompresiblemente de la historia. Es una verdadera lástima que una cinta de la calidad de Presagio haya concluido tan sosamente. La música orquestada por Marco Beltrami (3:10 to Yuma) es bastante apropiada, así como algunos inquietantes efectos especiales, como el del choque de trenes subterráneos. Otro de los puntos álgidos del filme son las actuaciones, generalmente faltas de matices, ni siquiera Cage en el papel principal logra compenetrarse con su personaje, tampoco su coprotagonista Rose Byrne quien interpreta a Diana, convence. Presagio en una cinta que se tiene que ver en el cine para disfrutar de sus efectos y sonorización, más allá de los fallos de la historia y su flojo y predecible desenlace. Alex Proyas tiene madera para hacer buenas películas, esperemos que su nuevo proyecto The unpleasant profession of Jonathan Hoag nos quite el sabor agridulce de su Presagio que quedó a medias.